¿Cómo saber si ya olvidaste a tu ex?

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Cuando puedes escuchar y tararear las canciones más ardidas sin acordarte del individuo… estás del otro lado.


Cada que terminamos una relación pasamos por las 5 etapas del duelo, pero la última puede prolongarse muuuuucho tiempo, sobre todo si compartieron cosas muy importantes para ti. Pero todo se acaba chicas, incluido el recuerdo.


Tal vez no debería estar escribiendo yo esto cuando el sábado caí en la cuenta de que hace exactos 4 años que corté con el último sapo con sabor a cucaracha, pero la verdad es que tenía muchos meses sin acordarme de su presencia. También tuvo que ver una plática que tuve con Ricardo Cucamonga y su nuevo libro en la voz de Cindy la Regia “Guía para superar a tu ex”. De esas semanas en las que todo se junta.
Pero me di cuenta de que, tal vez, por fin, después de muchos años, lágrimas, enojos, tweets, notas y demás terapias, puede ser que por fin ya no lo extrañe.


Cuando recién cortamos pasé por la maravillosa etapa del amargo despecho, esa en la que te llegan al alma todas las canciones de Paquita la del Barrio, Juanga y hasta Arjona… y luego cantaba voz en cuello la de “Adelante corazón” de Maria José. Sí, me daba ánimos yo sola.


(Aquí se las dejo por si están en esa etapa… es buenísima)

 

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Lloré en 2 conciertos de La Oreja de Van Gogh (no creo en gustos culposos, así que lo digo con mucho orgullo) y hasta en el concierto de Jesse & Joy… Se los juro que hasta el destino de su perro me dolía.


Me dolía Ximena Sariñana y sus vidas paralelas, me dolían The Pumped Up Kids, Morrissey, me dolía Oasis y hasta las canciones que Pete Doherty le dedicó alguna vez a Kate Moss.

 

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Dejé de salir un tiempo porque cada vez que entraba a un bar semi inglés me dolía el pecho… de verdad me dolía. También dejé de salir porque siempre, a las 3 de la mañana, como relojito, me caía una cascada de lágrimas que no podía contener.


Mis amigas intentaban regresarme a mi casa a las 2:50, pero llegué a tener conversaciones súper “coherentes” mientras me resbalaban lágrimas profundamente tristes. Lo extrañaba desde el centro de mi ser.
Dirán que es la frase más armada del mundo, pero también es la más cierta. El tiempo lo cura todo. Pasaron meses y luego años, poco a poco pude volver a escuchar la música que más me gustaba sin pensar siempre en él, o por lo menos sin soltarme a llorar cada vez que Morrissey abría la boca.


Fui retomando mis hábitos y vicios de siempre… volví a salir y a enfiestarme hasta la madrugada sin dar penas, volví a bailar sin extrañar su inútil mano del otro lado, volví a sonreírle a los niños guapos mientras hacía las pases conmigo misma y me empezaba a perdonar lo que me tenía que perdonar.


Luego viene el cambio de hábitos, el momento en que te das cuenta de que ya no quieres ser esa persona que estuvo con él, un momento en el que todavía hay un poco de enojo, pero de ese enojo sano que te empuja a ser mejor persona.


Me puse a dieta, me metí a Pilates. Salí a correr y dejé de fumar. Fui dejando “nuestros” vicios atrás, primero por dejarlo a él y luego para perdonarme a mí misma las cosas que tenía que perdonarme de esa relación tan maravillosamente destructiva.


Entonces llegó la etapa de cantar “Ya te olvidé” de Rocío Durcal (con Yuridia, porque me encanta), ya saben, la que dice:


“Ya te olvide, vuelvo a ser libre otra vez
vuelvo a volar hacia mi vida que está lejos y prohibida para ti
Ya te olvide, ya estás muy lejos de mi
tú lo lograste con herirme, lastimarme y convertirme en no sé qué”

 

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Cantarla con verdadero sentimiento, pensando que si me llegaba tan al corazón era porque seguramente ya lo había olvidado. Sí, claro. Dedicarle una canción es la mejor prueba de olvido.


Pero chicas, el tiempo sigue pasando… y sigue curando. Y llega un momento, de verdad llega un momento (para mi tardó 4 años, aunque sentí que fueron como 200), en que las canciones te dejan de doler y las dejas de sentir como si fueran alfileres clavados. Llega un momento en que eres capaz de cantar a Julión Álvarez con todo el sentimiento del mundo sin pensar en nadie, sin acordarte ni de tu ex, ni de ningún sapo que hayas conocido en el camino.


Llega un momento en que la música vuelve a ser tuya y solo tuya. Y ese es el primer paso.


Pero no lo notarán hasta que, en algún punto de su vida, cuando menos se lo esperen, vuelva a aparecer Yuridia (o Rocío Durcal) y se encuentren a ustedes mismas cantando:


“Me atrapaste, me tuviste entre tus manos
me enseñaste lo inhumano y lo infeliz que puedes ser
te fingiste exactamente enamorado
aunque nunca me has amado yo lo se
me dijiste que jamás podría olvidarte
que después iría a rogarte y a decirte bésame
yo luche contra el amor que te tenia y se fue ahora
ya te olvide”


Y realmente haberlo olvidado. Bueno... siendo sinceras, haberlo superado y dejar de estar enojada, porque eso de olvidar... Aparentemente no se me da. Pero ya les contaré en otro momento...

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