Ya nos separamos, ¿y ahora, quién se queda con el perro?

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En una separación, ¿quién se queda con el perro?

Las relaciones —matrimonios incluidos— a veces fracasan. Separarse puede involucrar un costo emocional y económico, y si el enojo o el resentimiento o la venganza forman parte, las cosas pueden ser francamente aterradoras.

 

Las casas se pueden vender, y la mayoría de las posesiones pueden ser repartidas, pero ¿qué pasa con el perro? En algunos lugares, son vistos como propiedades que pueden ser vendidas.

 

Esto convierte a la pregunta de quién se queda con el perro (o gato) en el verdadero hueso de la discordia. Ya que las mascotas son frecuentemente amadas como miembros de la familia, la custodia sobre el perro después del divorcio es realmente disputada. Los padres de una mascota la consideran como a un hijo, invaluable e irremplazable. A veces, las parejas pueden ponerse de acuerdo en la custodia del perro —junto con la división de los bienes— antes de que el divorcio llegue a la corte.

 

Sin embargo, cuando no se llega a un acuerdo, será el juez quien decida quién, si es que es alguno, será el que se quede con la custodia del perro.

 

Molly Rosenblum, abogada de asuntos familiares en Las Vegas, "lo ha visto todo". Su firma regularmente maneja casos en donde las parejas que se divorcian no llegan a un acuerdo sobre la custodia de la mascota.

 

En un caso, dijo al HuffPost, un juez desesperado ordenó a la corte que llevaran al perro en cuestión a un parque cercano y que vieran hacia cuál de sus padres corría primero. Las personas en proceso de divorcio fueron advertidos sobre no llamar al perro ni decir su nombre u ofrecerle un premio, para no manipular la prueba.

 

La ganadora fue la esposa. Su prontamente exesposo recibió 500 dólares en lugar de la custodia, y, al menos en este caso, no hubo respuesta alguna a sus protestas.

 

En otra ocasión, dijo Rosenblum, una pareja sin hijos que había estado casada por siete años, terminó en la corte por Ava, un Doberman pinscher que el esposo había encontrado después de una exhaustiva búsqueda de criadores.

 

"El perro se convirtió en el punto central del divorcio," dijo Rosenblum. "Ambas partes gastaron mucho dinero en abogados".

 

Ella citó los récords veterinarios de Ava y llamó al criador como testigo. El caso se volvió más complejo porque la esposa había registrado a Ava como su animal de apoyo emocional, algo que la parte opuesta dijo que había sido una artimaña para evadir las reglas del condominio que no permitían perros en el establecimiento.

 

En este caso, dijo Rosenblum, el juez parecía estar listo para ordenarle a ambos que vendieran al perro y dividieran el dinero, cuando la pareja llegó a un acuerdo después de once horas para compartir la custodia. El acuerdo especificaba que Ava iría de un lugar a otro en un horario semanal y explicaba con detalle quién tendría a Ava para días festivos particulares, cómo serían divididos los gastos del veterinario y qué comida se le daría en ambos hogares.

 

"El juez no vio a Ava de diferente manera en la que vio al escritorio en el que estoy sentada," dijo Rosenblum, "sin embargo, era como un hijo para la pareja.

Algunas cortes en EU se han percatado del valor que adquiere la relación entre un hijo y una mascota y se han esforzado por preservarlo. Ordenan que la mascota obtenga la misma custodia que el hijo o le dan la custodia al padre que pase más tiempo con el hijo. Pero cuando no hay hijos, dijo Rosenblum, existe la posibilidad de que la corte simplemente ordene la venta del perro o que una de las dos partes se lo compre a la otra.

 

Dice Rosenblum que lo que falta es cualquier consideración hacia el bienestar de la mascota: "A nuestros jueces no les importa, y la ley les dice que no les puede importar".

 

Hay movimientos en marcha por defensores de los derechos de los animales para cambiar la forma en la que la ley los ve, para que sean tratados como seres que sienten -- no como propiedad -- que tienen ciertos derechos propios. Nuevas leyes no solamente permitirían que se reconozca a los animales como individuos, más allá de Alaska e Illinois, sino también podrían abrir la puerta a otras interpretaciones, como malas prácticas veterinarias, agrícolas y de la industria del entretenimiento.

 

Y puede haber una nueva vertiente: animales de apoyo emocional podrían ser el mecanismo que cambie el estado legal de las mascotas.

 

"Como una ávida amante de los perros, es difícil imaginar que alguien que no sea yo tenga la custodia de mi perro," dijo Rosenblum. Pero hasta que surja una ley sobre la custodia de las mascotas, eso es algo que podría suceder

 

Tu mejor apuesta, entonces, es tratar de llegar a un acuerdo en la corte.

 

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