¡Cuidado con el pie de atleta!

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Es de fácil contagio, sobre todo en los balnearios y albercas.


Si vas a pasar estas vacaciones de verano en un balneario, debes tomar algunas precauciones para no ser víctima de uno de los padecimientos típicos de la temporada: el pie de atleta.


La también conocida como tiña de los pies es un hongo que crece en condiciones de humedad y calor y que encuentra en los pies el espacio propicio para desarrollarse y crear una infección superficial de la piel.

 

Según los especialistas de la Fundación Mexicana para la Dermatología, entre los factores que estimulan el pie de atleta están: el uso prolongado de tenis (generalmente entre niños y jóvenes) y la ausencia de hábitos de higiene, el más común, no secar bien los pies después del baño.

 

Asimismo, algunas enfermedades que alteran nuestro sistema de defensa, como la diabetes, y el uso de algunos medicamentos, como los esteroides, son también causa de su aparición.


¿Dónde suele aparecer el pie de atleta?


La tiña de los pies se localiza entre los dedos, plantas y bordes de las extremidades inferiores. También es posible observar descamación, enrojecimiento, fisuras, grietas y, en algunas ocasiones, se confunde con callos por el engrosamiento de la piel.

 

Puede haber mal olor y comezón. Estos síntomas, si no se tratan a tiempo, facilitan la sobre-infección por algún otro microorganismo, por ejemplo, algún tipo de bacteria.


Generalmente, el pie de atleta no supone un riesgo para la salud, sin embargo, en pacientes inmunosuprimidos (con defensas bajas por enfermedad o por algunos medicamentos) se puede diseminar y extender a todo el cuerpo. En el caso de pacientes diabéticos, las lesiones llegan a sobre-infectarse al grado de considerar la posibilidad de perder la extremidad.


El pie de atleta no es cosa de risa


Según la FMD, este padecimiento se presenta en el 60% de los varones adultos y es uno de los 10 padecimientos de la piel más comunes en nuestro país. Aunque nadie queda exento de padecerlo son más vulnerables los deportistas o cualquier grupo de personas que use calzado cerrado, de hule o suelas de plástico que mantengan la humedad y el calor.

 

En comunidades cerradas, como asilos e internados, prácticamente todas las personas lo tienen o lo van a padecer.

 

¡Ojo con el mal olor!


La convivencia cotidiana puede verse afectada por una de las consecuencias de esta enfermedad cutánea: el mal olor de los pies.

 

En el caso de las mujeres, el mal aspecto que produce este hongo les impide usar sandalias o zapatos abiertos. Los dermatólogos indican que un error común entre la población es la automedicación, pues es frecuente el uso de cremas que contienen una mezcla de varios productos como cortisona que agravan el problema, en vez de remediarlo.

 

Por ello recomiendan:

 

• Mantener los pies secos.


• Evitar el uso de calzado cerrado, de hule o suelas de plástico que mantengan la humedad y el calor.


• Utilizar calcetines y medias de algodón para que el pie no entre en contacto directo con los materiales del forro del tenis, botas o zapatos (muchos de ellos son sintéticos y favorecen la sudoración).


Dependiendo de la extensión, evolución y características personales de cada paciente, el médico dermatólogo indicará el tratamiento que puede ser desde el empleo de sprays y cremas, hasta tratamientos sistémicos más serios.

 

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