¡Me estoy poniendo naranja!

Cada otoño tengo exactamente el mismo dilema en el supermercado, no me puedo acordar si me gusta la calabaza o no. Cuando vivía en casa de mi mamá ella me compraba una calabaza (de estas naranjas grandes) para cocinarla y servírmela de desayuno con azúcar y leche… pero algo sucede a lo largo del año que provoca que se me olvide si el sabor me vuelve loca o si no me gusta tanto como lo recuerdo.

Hace años que ya no lo hago, pero cada otoño me surge la misma duda. El problema es que si me diera por probarlo terminaría comiéndome una calabaza yo solita, ¡y aparentemente comer demasiada te puede pintar la piel de naranja!

Para las personas que sí son fanáticas de la calabaza, cuidado. Chequen las palmas de sus manos para ver si no están agarrando tono “Umpa Lumpa”. Comer mucha calabaza aumenta los niveles de beta caroteno en tu sangre, y si la consumes demasiado se nota en la piel.

No te pasa nada, no te asustes. Simplemente disminuye tu consumo y verás cómo tu piel regresa a su tono normal. ¡Pero tampoco rechaces este alimento otoñal! Comerlo con moderación hace brillar tu piel y la protege de la resequedad invernal. ¿Cuánto es demasiado? Depende de cada persona, pero comer calabaza dos veces por semana no debe crear problemas.

Esta situación es muy común en los niños, porque otros alimentos de este tono (como las zanahorias) tienen el mismo efecto y muchos pequeños pasan por etapas de comer “por colores”. Si tienes un niño en casa que sólo come cosas naranjas y comienzas a notar que su piel se pone amarilla esta puede ser la razón. Cambia su dieta y si el problema no se quita en unos días llévalo al pediatra, porque la piel amarilla también es síntoma de problemas en el hígado.

Si tú no comes calabaza pero tus manos están amarillas dime, ¿cuántos vasos de jugo de zanahoria te tomas?

¡Todo con moderación!