La caligrafía es la nueva forma de meditar

Tengo la suerte de vivir en Barcelona, una ciudad en la que es muy habitual encontrar numerosas propuestas para aprender manualidades.

Hace unos meses, durante la época de frío, estuvieron en auge los talleres de tejido y confección de ropa y calzado de invierno. Ahora que se acerca el calor, está de moda aprender a elaborar vestidos y bolsos para playa. Sin embargo, una de las manualidades que sigue estando a la alza es la caligrafía. Hay de todo tipo desde la japonesa, con sus sutiles toques de acuarela, hasta la medieval o la modernista, como no podía ser de otra manera estando en la capital del modernismo catalán.

Buscando opciones para entrar a un curso de caligrafía, me encontré con un reportaje publicado hace unos días en el periódico El País, donde se hablaba no solo del innegable valor estético de esta hermosa manualidad, sino también de lo benéfico que resulta para nuestra salud.

Volvamos a escribir

Entrevistada por la periodista Blanca Lacasa, la psicóloga Violeta Alcocer señalaba que en una sociedad como la nuestra, donde todo suele estar orientado al consumo y a la perfección, “lo artesano se erige como una respuesta individual: productos únicos, personales y ligeramente imperfectos que nos recuerdan que seguimos siendo humanos y sencillos”. Y esto es verdad. Basta tejerse una bufanda o terminar de bordar un pañuelo, para ser felices.

A juicio de otros expertos en el tema de las manualidades, y especialmente de la caligrafía, los beneficios son muchos:

• Nos permiten desconectar
• Son una especie de terapia ocupacional que nos brinda satisfacción
• Nos convierten en seres útiles al ser capaces de crear algo con nuestras propias manos.

Beneficios psicológicos de la caligrafía

Para Violeta Alcocer, que además de psicóloga es calígrafa aficionada, “practicar la caligrafía es una actividad que predispone a la conciencia plena, al ‘aquí y al ahora’, por lo que tiene mucho que ver con los estados meditativos”. Su ejecución, agrega Alcocer en la entrevista, “exige un estado mental en el que no tienen cabida ni el estrés, ni las preocupaciones, ni las tensiones musculares, ni los pensamientos intrusivos”.

Vistas las cosas, no me cabe duda de que hay que regresar a los ejercicios de caligrafía y comprobar, en carne propia, sus múltiples beneficios.

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