No disfruté ni tantito mi experiencia en una ceremonia de Ayahuasca

No disfruté ni tantito mi experiencia en una ceremonia de Ayahuasca / Especial
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Para muchos, la ayahuasca; un té medicinal que se toma durante una ceremonia nocturna para purificar y renovar tu vida, es una experiencia increíble. Pero yo no disfruté no tantito mi experiencia en una ceremonia de Ayahuasca. 

 

La ayahuasca está hecho con plantas del Amazonas que contienen dimetiltriptamina, o de cariño DMT, un compuesto psicodélico que se encuentra de manera natural en por lo menos 50 especies de plantas y varios mamíferos. En los humanos se han encontrado rastros en el cerebro y en grandes cantidades cuando se tiene una experiencia cercana a la muerte, es por eso que lo hippies y forevers tienen la teoría aún no comprobadade que lo segregamos de forma natural en la glándula pineal cuando nacemos y cuando morimos, y es comúnmente llamado la molécula de la vida o el espíritu. Aunque ellos no son los únicos, algunos académicos especulan sobre su importancia como un elemento "necesario para el funcionamiento normal del cerebro".

 


Para entender un poco más, les recomiendo un documental que pueden econtrar en Netflix que se llama 'DMT: The Spirit Molecule'Foto: Wikimedia Commons

 

Se documentó científicamente por primera vez en 1950, pero al parecer los indígenas amazónicos contaban con este conocimiento desde hace mucho, por lo que las ceremonias de ayahuasca son algo común en Perú y en otras regiones de Sudamérica. 

 

Años después en conversaciones clavadas con mis roomies, sobre hongos, peyote y esos temas modernos de sobremesa, salió el tema y el interés, y cuando platicamos sobre nuestras intenciones, nuestro otro roomie de Chile estaba más que familiarizado, y por supuesto también había probado la experiencia, y al igual que mi mejor amiga decían haberse convertido en mejores personas y haber encontrado respuestas a quién sabe qué dilemas existenciales que tuvieron en la época. Tentador, ¿no?

 

Digamos que mis compañeras son algo místicas, o como diría mi otro roomie chileno "brujas" de lo que ellas se defienden a carcajadas diciendo que son wiccas, por lo que se comprometieron con proyecto y se movieron en chinga para lograr la experiencia. En un mes ya había fecha, locación y chamán.  

 

 

No soy una persona escéptica pero mucho menos de las que se creen que prender velas, hacer hechizos o ir a misa van a solucionarme la vida. Un poco de vómito e incomodidad a cambio de una vida iluminada se me hizo un precio demasiado bajo, sin embargo lo que sí creo es en por lo menos probar de todo una vez en la vida y así forjar mi propio juicio, y ahí les va.

 

Las ceremonias se hacen en un lugar privado, cerrado, sí o sí debe sentirse buena vibra, lo que sea que eso signifique, pero es muy importante, vas a pasar toda una noche de risas, gritos, llantos y vomitadas (ya sé que he hecho mucha referencia a ello y más adelante lo explicaré). En este caso el lugar no pudo ser mejor, una de mis roomies es de Puebla, y su papá amablemente le presto algo así como su country house en Atlixco; y sí, de esas cosas que no se pueden explicar pero la casa te hacía sentir bienvenido desde que entrabas. Todo se llevaría a cabo en el estudio/biblioteca, una enorme sala independiente en medio del jardín, con un vitral con el símbolo om en el centro del techo sí, mi roomie le heredó más que los genes a su jefe.

 

Mientras toda la gente llegaba, fuimos acondicionando el lugar, en el centro de la habitación pusimos una especie de altar con flores, velas, y por supuesto el recipiente con la ayahuasca o "la abuelita", nos fuimos acomodando alrededor con nuestros sleeping bags, colchonetas o cobertores y nuestras flamantes cubetas para vomitar. Al norte del círculo se encontraba el chamán, Rodrigo, un hippie buena onda con una fijación excepcional hacia la cultura maya que venía desde Brasil y dedicaba su vida a esto. Digamos que Rodrigo medio hablaba español, pero el portugués no es tan difícil de comprender ¡ja!, todo marchaba bien hasta entonces.

 

Debo admitir que llegué ansiosa y con miedo, porque para obtener aquella famosa purificación y respuestas debías enfrentar tus demonios, es por eso que el viaje de cada persona en diferente y que es imposible saber en realidad qué pasará, qué verás o qué sentirás. Yo estaba más ahí por la curiosidad que por la esperanza de salir transformada, así que lo que transcurriría en las siguientes horas y hasta el amanecer era un misterio.

 

Primero se tiene que abrir la comunicación con seres de otro mundo, por lo que la ceremonia inicia con música, cantos y rezos... en portugués, claro porque el libro mágico del chamán estaba en ese idioma. Desde ahí empezamos mal, ni manera de saber qué rayos estábamos repitiendo, de si lo estábamos diciendo correctamente o de si estábamos invocando a la Pachamama o a Satanás. Pero lo que sí pudimos recitar perfectamente en español fueron una sarta de Ave Marías y Padres Nuestros... Wait, what?! En ese momento creo que le perdí respeto al ritual, no creo que este tipo de ceremonias tengan nada de cristiano, ni que a los dioses indígenas que invocábamos les hiciera gracia que también le rezárabamos a la fe que los sustituyó por toda América después de la conquista. NADA tenía el menor sentido.

 

 

Cabe mencionar que los días previos debes mantener una alimentación especial, frutas, verduras y líquidos, cosas ligeras para gradualmente pasar al ayuno por lo menos un día antes del evento, todo para preparar a tu cuerpo. Y sí, el mero día estuve más que insoportable. Y después de horas de bailar sobre nuestro propio eje, cánticos cursis y tocar tambores estuve a punto del desmayo, al sentir que se me bajaba la presión me senté y cubrí con sábanas. Claro, perder la conciencia era parte del circo, pero ya estaba harta.

 

Al fin llegó el momento y el chamán pasó de lugar en lugar a darnos la primera de un máximo de tres rondas de tragos de ayahuasca. Lo hice, sabía amargo, pero también a chocolate, se me hizo un detalle considerado mezclarlo para poder pasarlo con mayor facilidad. Transcurrieron alrededor de 30 minutos y comencé a sentir que mi temperatura corporal aumentaba, luego los primeros síntomas de las drogas psicodélicas: colores vibrantes, orillas definidas, luces brillantes, oído sensible y las primeras alucinaciones; ya no había vuelta atrás. El humo del copal e incienso había abarrotado el lugar, pero las pupilas dilatadas de los demás se podían observar. También sus sonrisas, se seguían balanceando al ritmo de la música y yo no entendía nada. 

 

 

La piel cada vez me ardía más, cerraba los ojos y entendía al fin de qué se trataba el arte de Alex Grey, las figuras geométricas como mandalas en colores primarios se hacían presentes. Pero había algo que no me dejaba ir por completo, sentía punzadas en la espalda, las costillas y el pecho, entre los colores y los dolores quería salir corriendo pero tampoco tenía energía para hacerlo.

 

 

Todos parecían disfrutarlo excepto yo, así que decidí mandar todo a la mierda e intentar dormir hasta el día siguiente y mejor experimentarlo todo en sueños, algo también permitido. Conciliar el sueño con tanto sucediendo a mi alrededor no fue fácil, pero lo logré, tristemente no recuerdo nada de eso y sólo fue para minutos después despertar por el concierto de vómitos sucediendo por la habitación, unos suaves y otros que parecían exorcismos.

 

Vomitar es el resultado de purgar tu cuerpo y tu espíritu, ¿pero qué rayos vomitas cuando llevas días sin comer? Mi mejor amiga dijo que veía serpientes salir de su boca, otro con problemas con las drogas me dijo ver salir polvo blanco; cada persona que me contaba o cada testimonio que leía expulsaba algo diferente.

 

 

¡¿Por qué yo sólo sufría y sudaba mientras los demás se encontraban camino a convertirse en mejores personas?! Me tapé los oídos y dormí un poco más. Desperté rato después, aproximadamente tres horas después del primer trago que había dado, todos ya habían tomado el segundo, yo al fin no me sentía bajo los efectos de "la abuelita" regañona que no había hecho más que hacérmela de pedo. Listo, sólo seguiría la corriente hasta que todo acabara. Sin embargo, a la tercera ronda me sentí algo decepcionada, no del circo sino de mí, ya estaba ahí, así que iba a hacerlo bien, carajo.

 

Parecía que el chamán notaba mi disputa interna porque cuando accedí y me animé a tomar un tercer y último trago de la ayahuasca se acercó a mí y me cantó algo especial "por ser una guerrera". Di el trago y los dolores regresaron, esta vez más fuertes...

 

 

Todo había sido en vano, me acosté una vez más, pero ahora me invadía una paranoia que no me dejaba dormir, sentía que no podía respirar por el humo del incienso del copal, estaba segura de que si me quedaba dormida moriría. ¿Neta tanto para esto? ¿Mi demonio era el copal? Mientras batallaba sobre mi poca energía para ponerme de pie para abrir alguna ventana o mejor dormir y morir, decidí ponerme de pie para según yo salvarnos a todos (¡JAJAJA!), sin embargo al levantarme y primero sentarme sentí sólo el impulso de estirar el brazo, tomar mi cubeta y vomitar. Un vomito sin esfuerzo, simplemente fluía hacia afuera.

 

¡Al fin lo había logrado! Seguro ya me había convertido en una mejor versión de mí... ¿Y qué vi? Nada, líquido del mismo color del preparado que tomamos pero con chispas de colores. Mñeh. Nada mágico, nada trascendente, nada. 

 

Al final me volví a dormir, esta vez sí hasta el amanecer. 

 

Lo que me gustó:

 

Bueno, lo intenté, con todo y mi cinismo me di la oportunidad de experimentarlo aunque al final no fue nada divino. Me quedo con las figuras de colores que veía al cerrar los ojos. 

 

Por otro lado, a pesar de haber dormido unas escasas e intermitentes 4 horas al día siguiente me sentía sumamente relajada y descansada. Y ya que estábamos en Puebla aprovechamos para comer unas enchiladas buenísimas.

 

Lo que me sacó de onda:

 

¿De qué sirve sentir dolor para purificarse si no estoy consciente de qué es lo que estoy purificando? ¿Qué me tocaba sanar?

 

Hasta Lindsey Lohan ha asistido a estas ceremonias y ha afirmado que la ha ayudado a superar algunos problemas. Si le funcionó a Lindsey y a mí no, debe haber algo terriblemente jodido conmigo.

 

 

¿Lo volvería a hacer?

 

Jamás. Tal vez no era el momento, tal vez no era para mí.

 

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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