Gritarle "guapa" a una desconocida ES acoso

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Primero nos dicen que "la denuncia es tu mejor arma". Después, cuando nos acosan y denunciamos, nos dicen "exageradas". Porque, para mucha gente, el hecho de que un hombre desconocido haga comentarios sobre tu cuerpo y tu apariencia desde un automóvil no tiene nada de malo. De hecho, el acoso callejero está tan normalizado que la mayoría de las mujeres escuchamos estoicamente cuando nos dicen "guapa", "mamacita", "quiero" o "chiquita" y seguimos de largo porque, si nos detuviéramos a responderle a cada acosador que nos topamos en la calle, no terminaríamos nunca.

 

Los acosadores saben que es muy poco probable que sus palabras tengan consecuencias. Nosotras nos enojamos, nos avergonzamos, cambiamos de rutas, dejamos de vestirnos como nos gusta, lo pensamos dos veces antes de salir de casa con un escote medianamente pronunciado o con un vestido corto. Ellos, sin embargo, siguen su camino. Saben que viven en una sociedad machista que no los reprenderá por imponernos la opinión no solicitada que tienen de nosotras.

 

Por eso el hombre que acosó a Tamara y le gritó "¡Guapa!" desde un taxi se sorprendió tanto cuando ella le respondió, pidió apoyo a unos policías de tránsito y los escoltaron al Juzgado Cívico: acosar verbalmente en la vía pública constituye una falta administrativa e implica pagar una multa, aunque a muchos les parezca una exageración. En este caso, el taxista no pagó la multa y pasó la noche en el Centro de Sanciones Administrativas y de Integración Social, mejor conocido como "el Torito".

 

 

Taxista

El taxista acosador. Foto: Tamara De Anda

 

 

Tamara sintió culpa al principio. Porque incluso con perspectiva de género y las gafas violetas puestas, las mujeres cargamos con la culpa que nos endilga un mundo donde somos ciudadanas de segunda. Con todo y nuestros privilegios de raza y clase, los acosadores saben que, como mujeres, somos menos valiosas en el espacio público. Sus "piropos" no están dirigidos a halagarnos ni a hacernos sentir hermosas: son una forma de marcar territorio y de recordarnos que la calle es de ellos.

 

El "guapa" no es sobre ella, sino sobre todas nosotras: "Se trata de todas las mujeres que andan inseguras por la ciudad sintiéndose vulnerables por los hombres que insisten en marcar su territorio por medio del acoso", escribió. "Sólo poquito a poquito, respondiendo de frente y, si se puede, institucionalmente, se les va a ir quitando la idea a los hombres (#NoTodosLosHombres) de que pueden ir por la vida intimidando mujeres. Tienen que saber que sí hay consecuencias".

 

 El asunto desató la conversación en redes sociales, que a su vez destapó el machismo de la opinión pública: hombres y mujeres que la apodaron #LadyExagerada, comentarios sobre cómo debía "agradecer" que alguien se fijara en ella y, aun más grave, amenazas de muerte y violación. Eso es lo que pasa cuando las mujeres levantamos la voz ante el acoso: en lugar de condenar a quienes nos agreden, nos atacan a nosotras. Si nos quedamos calladas, estamos mal por no denunciar. Si denunciamos somos unas locas, exageradas, feminazis.

 

El acoso verbal es acoso. Lo dice la ley y lo decimos nosotras, que nos lo hemos callado durante siglos pero ya no más. Tenemos derecho a caminar por las ciudades que habitamos sin miedo. Y si eso significa denunciar a todos y cada uno de nuestros acosadores, lo haremos. La calle también es nuestra.

 

 

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