La verdadera historia de la palabra "feminazi"

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Si usas las redes sociales con regularidad, seguramente has escuchado los términos “hembrismo” (que, además, no existe: no hay ningún sistema económico ni político contrario al machismo que sea favorable a las mujeres sobre los hombres) o “feminazi”; este último usado de forma peyorativa por los antifeministas para señalar el feminismo que les incomoda.


La mayoría de las veces, quienes usan la palabra “feminazi” para atacar no saben explicar exactamente qué es lo que les molesta del feminismo; ya sea porque carecen del vocabulario y del conocimiento para expresarlo, o porque, muy en el fondo, se sienten amenazados por el movimiento feminista.


Es más fácil comparar a las feministas con los nazis que analizar tus propios privilegios, leer a De Beauvoir (por lo menos) y escuchar lo que las mujeres tienen que decir.


El término “feminazi” fue acuñado por Rush Limbaugh, un conservador antiaborto del Partido Republicano de Estados Unidos (quien, dato curioso, hoy apoya abiertamente a Donald Trump). En su libro de 1992 The Way Things Ought to Be (Cómo deben ser las cosas), Limbaugh compara a las feministas a favor del derecho a decidir con los nazis, refiriéndose al aborto como un “holocausto moderno”.


Lo que Limbaugh ignoraba (u omitió a propósito) fue lo que le respondió la feminista Gloria Steinem en 1996: durante el nazismo, Hitler le declaró la guerra al feminismo: feministas como Helene Stöcker, Clara Zetkin y Trude Weiss-Rosmarin tuvieron que huir de Alemania y otras fueron asesinadas en campos de concentración; clínicas de planificación familiar fueron cerradas y el aborto fue declarado un crimen de estado, lo cual se aproxima más a los puntos de vista que el mismo Limbaugh defiende.

 

 


Algunes feministas se han apropiado del término: lo usan irónicamente en sus biografías de Twitter y en memes de Facebook. Otras, como Laura Bates de Everyday Sexism, encuentran la apropiación difícil y frustrante porque se trata de una comparación violenta: no hay nada de bueno en ser comparada con los nazis.

 

Es más fácil comparar a las feministas con los nazis que analizar tus propios privilegios, leer a De Beauvoir (por lo menos) y escuchar lo que las mujeres tienen que decir.

 

Sin embargo, la creación de palabras peyorativas, así como los videos que buscan desacreditar con falacias o los memes machistas, son señal de algo: el feminismo incomoda. Y, si incomoda, quiere decir que está funcionando.

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