¿Por qué no debemos celebrar el 8 de marzo?

Celebrar o no el 8 de marzo
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Cada vez que se acerca el 8 de marzo yo entro en una disyuntiva enorme entre unirme a la celebración que me rodea y que me debería parecer propia por ser mujer y un sentimiento de indignación por el hecho de que tengamos un día.


¿Quién tiene un día? Los grupos sociales minoritarios o discriminados, las enfermedades y las celebraciones políticas. Tenemos un 16 de septiembre, día de la Independencia, un día de la madre (con el que siento el mismo conflicto) y un día del cáncer de mama, todos con diferentes historias.


Tener un día para recordar hazañas históricas me parece patriótico y necesario, tener un día para recordarnos que debemos seguir luchando por prevenir el cáncer de mama, la diabetes, el sida… me parece necesario, pero ¿tener un día para festejar el hecho de ser mujeres, como si fuera una especie de premio de consolación por una decisión que no tomamos pero que nos pone en clara desventaja? Me parece una grosería.


No hay un día del asiático o del anglosajón porque son características de raza que nadie puede elegir. Nadie se toma un día para celebrar que nacieron nórdicos, se toman un día para celebrar hechos históricos relacionados con sus países. Ningún hombre se toma un día para celebrar que nació hombre, porque el ser hombre pareciera premio suficiente.


Las mujeres, sin embargo, tenemos un día que, visto desde el mejor ángulo, nos obliga a detenernos y reflexionar sobre la lucha de nuestro género a través de la historia. En algún momento de la evolución se decidió que el hombre era un ser “superior” y así vivimos miles de años.


Hoy hemos avanzado enormemente en la conquista de espacios y avanzamos hacia una verdadera equidad de género que cada día se ve menos lejana. Sin embargo, el simple hecho de tener que estar haciendo esta reflexión me parece indignante. ¿Cuándo nos volvimos objetos, bienes intercambiables, seres proveedores de servicios sin voz ni voto?


Y ahora, después de años de picar piedra y levantar la mano, tenemos un día de la mujer, para celebrar algo que no elegimos (ni los hombres ser hombres) pero que nos define y automáticamente nos pone en un grupo vulnerable… que merece un día para celebrar.


Y esto chicas tiene que ver con cómo se han hecho las cosas durante años pero también con el hecho de que nosotras hayamos permitido que pasara. No podemos culpar del machismo a los hombres, este es un problema de la humanidad, por lo menos en nuestro modo de vida occidental.


Porque nosotras mujeres, en pleno siglo XXI, ahora que tenemos las mismas libertades y en teoría oportunidades que los hombres, nos seguimos sintiendo menos y así educamos a nuestros hijos, y así dejamos que nos traten los demás.


Hace poco, una amiga y una gran mujer a la que admiro muchísimo me hizo favor de regalarme el libro “Vayamos adelante” de Sheryl Sandberg, la Directora de Operaciones de Facebook. Encontré montones de cosas interesantes que darían para escribir un artículo por capítulo, pero la reflexión general es que somos nosotras mismas las que nos hacemos menos, las que nos colocamos por debajo, las que nos sentimos inseguras y dudamos de que podamos hacer las mismas cosas que los hombres.


Sheryl cuenta que en una ocasión que dio una conferencia, al final del periodo de preguntas y respuestas, dijo que sólo contestaría 3 últimas preguntas. Muchas manos se bajaron, pero todas las que quedaron arriba eran de hombres. Sheryl terminó contestando muchas más preguntas pero todas vinieron de su público masculino porque todas las mujeres habían bajado su mano.


Automáticamente pensamos que no nos va a tocar y dejamos de levantar la mano…


Otro ejemplo: si pedimos a un hombre que explique los motivos de su éxito, en general lo atribuirá a sus propias cualidades y capacidades innatas; si pedimos a una mujer que haga lo mismo ella relacionará su éxito con factores externos como haber contado con un buen equipo.


Y esto es una cuestión de percepción del éxito. Una mujer trabajadora y exitosa no resulta atractiva (o a muy pocos), en montones de lugares se plasma a la mujer exitosa como una bitch en el mejor de los casos y no en el buen sentido (como Sandra Bullock en La Propuesta). Un estudio demostró que, de entre todos los hombres y mujeres de la generación Y que trabajan en una organización que cuenta con una mujer al frente, sólo al 20% le gustaría seguir su mismo camino. Ayer escuché que la mediocridad masculina se perdona más que la brillantez femenina y eso es intolerable.


Los estereotipos de género se inculcan durante la infancia y se reproducen toda la vida. Aquí es donde entra nuestra responsabilidad como madres y padres de familia. Desde decirle a nuestras niñas que ser líder no está mal, que arreglar cosas que se descomponen también lo pueden hacer las mujeres y decirle a nuestros hijos que es válido jugar con lo que se les antoje, Barbies o G.I. Joes.


Es un cambio de mentalidad radical y empieza por nosotras mismas, por creernos capaces de hacerlo desde dentro, por sentirnos tan competentes como los hombres para hacer cualquier cosa que queramos, no importa si quieres ser directora de tu empresa o la mejor ama de casa de México, cualquier elección de vida es válida mientras sea tu decisión.


Levantemos la mano hasta que haya 50% en todo, en el gobierno, en las empresas, en las casas… Entonces tendremos algo que celebrar y no será el día de la mujer sino el día del ser humano que vive en equidad.

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