Me niego a ser rehén del miedo

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 El miedo es un ladrón. Peor, es un ladrón cobarde que te necesita para robarte. No puede quitarte nada que no le des y, sin embargo, hay tantos y tantos más que le entregan todo. 

 

Dice la leyenda que cuando el Cid murió a media guerra contra los moros, los españoles se iban a quedar colgados de la brocha hasta que a uno se le ocurrió amarrarlo al caballo y que saliera con toda la bola a darles cuello a los moros. Los moros, al verlo salir en su caballo al frente del ejército español, se echaron a correr y perdieron la batalla, la guerra, España y todo el chingado imperio otomano. Así de cabrón es el miedo. 

 

Por eso digo que no tenemos oportunidad de ganar la guerra contra los zombis, porque nada espanta tanto como un muerto con espada en un caballo, pero disgrego.  

 

 

 

El caso es que el 11 de enero, un estúpido escuincle de 15 años que dice que chambea con los muchachos de ISIS, acuchilló a un maestro que traía una kippa puesta y venía cargando una Torah. Para los que no lo saben, la kippa es la pequeña gorra circular con la que los hombres judíos nos cubrimos la cabeza, los laicos como yo sólo en el templo, los más ortodoxos todo el tiempo. 

 

Aunque no pasó a mayores, para Zvi Amar ésta fue la paja que quebró al burro y salió a darlas pidiendo que los miembros de su congregación NO anden en la calle con kippa para evitar que fueran identificados como judíos. 

 

Al mundo tendría que valerle nada y menos lo que pida don Zvi si no fuera por el pequeño prietito en el arroz de que monsieur Ammar es el líder de la comunidad judía de Marsella, y es ahí donde la puerca tuerce el rabo.  

 

No es que el horno esté para bollos, la verdad. La cosa en Francia está seria y, como ya dije antes, la culpa alcanza para todos, pero de eso a tirar la toalla, óigame no. 

 

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La petición de Ammar es un acto de COBARDÍA. Así, con todas sus letras y en mayúsculas. 

 

Por ahí se empieza y antes dé que uno se de cuenta ya está subido en el tren camino a los campos de exterminio y no, NUNCA JAMÁS.

 

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Soy judío y soy ese judío que no agacha la cabeza, que no pone la otra mejilla. Ese que ya no sale corriendo de su casa, que ya no sube pasivo a los trenes de la muerte. Soy ese que se sabe fuerte. Soy ese que no se dobla ni se rompe. Soy ese que no se esconde. 

 

Aquí en México no nos faltan motivos para temer, aunque las razones son otras. 

 

El crimen organizado se ha convertido ya en un Estado paralelo. Los capos controlan partes enteras del territorio y el gobierno parece ir perdiendo la guerra. Las ejecuciones, los secuestros, el derecho de piso. 

 

Yo me rehúso a ser rehén del miedo. 

 

No es que no les tema, es que mi miedo no les alcanza para dominarme. 

 

Dice Ned Stark a su hija Arya en Game Of Thrones que solo cuando se tiene miedo se puede ser valiente. Es verdad.  Solo cuando viene el miedo a tocar la puerta y exigirte le entregues tu dignidad es que puedes negársela. 

 

Y hay que negársela. Hay que negarse a no salir a la calle, a no llevar a los hijos al parque, a esconder lo que es uno. 

 

Hay que negarse a estar tan asustado que se renuncie a la libertad para sentirse seguros. 

 

 

 

 Hay que negarse porque de no hacerlo le das al narco y al terrorista aquello que sin ti no pueden robarte. 

 

Cuando el miedo al terrorista es tal que no usas una kippa, o el miedo al delincuente es tanto que no sales a pasear con tu familia,  cediste la plaza, te rendiste y no, yo me niego a rendirme. 

 

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Te invito a que tú tampoco  lo hagas porque si lo haces, perderás la batalla, la guerra, España, el mundo, pero, sobre todo, te perderás a ti mismo. 

 

   

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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