Ser grosero es contagioso

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Lo explicaron primero en How I Met Your Mother, aunque uno no debería tomarse muy a pecho los consejos de Barney Stinson. ¿Se acuerdan de la cadena de gritos? Barney le explica a Marshall que su jefe lo regaña a gritos porque a él le grita su jefe. Y que cuando ese jefe está en casa su hija le grita, y a ella le grita la maestra y a la maestra le grita su marido y al marido le grita el jefe. Aunque nunca deberíamos gritarle a otro ser vivo (en serio, ¿para qué?) la cadena es algo real, o al menos así lo demuestra un estudio publicado en el Diario de Psicología Aplicada.

 

Investigadores de la Universidad de Florida encontraron que lo grosero se “contagia”. En uno de los estudios los participantes tenían que completar una tarea de toma de decisiones, pero una persona (plantada por los investigadores) llegaba tarde a la prueba. En un grupo el investigador respondió de manera grosera, pidiéndole a la persona que llegó tarde que se fuera del salón. En el segundo grupo el investigador le pidió de manera amable a esta persona que mandara un correo para reagendar su cita.

 

Después se le pidió a los participantes que encontraran palabras asociadas con ser grosero, y quienes escucharon al investigador tratar mal a alguien fueron mucho más rápidos al hacerlo.

 

Durante la investigación 147 estudiantes jugaron el rol de un empleado en una tienda de libros. Después de ver un video de una interacción entre dos empleados les pidieron que respondieran correos de usuarios. Algunos de estos correos eran groseros, otros neutrales y algunos más agresivos. Si en el video que les mostraban las personas se portaban de manera grosera, los estudiantes respondían de forma más hostil a los correos groseros.

 

Nosotras en Actitudfem detectamos un problema similar en algo muy básico, los comentarios de Facebook. Cuando subimos una nota a nuestras redes sociales, si el primer comentario es negativo, hostil o grosero obtenemos muchísimas más respuestas iguales, pero si esa misma nota la volvemos a publicar, y el primer comentario es positivo el resto de las interacciones son mucho más amables.

 

No se nos hace raro que una conducta (y no sólo esta) pueda ser “contagiosa”, al igual que la risa, pero ahora que lo sabemos tal vez sea buena idea no actuar ante el impulso de ser grosera con alguien, incluso en un contexto en el que otras personas lo fueron. Tratemos de recordar que todos tenemos malos días, pero no hay razón para provocárselos a otras personas.
 

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