10 formas en las que los restaurantes te cobran más

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Acudir a un restaurante, sobre todo si se trata de los “de moda” o se encuentra en zonas turísticas de cualquier ciudad del mundo, nos debe poner en alerta máxima. No hablamos de la calidad de los alimentos ni del buen servicio del establecimiento, sino de algunos trucos sicológicos que utilizan muchos restaurantes para incrementar sus precios y acabar pagando más de lo que habíamos previsto.


Desde el campo del marketing y de la sicología del consumo se han estudiado diversas prácticas encaminadas a incrementar las ventas en el sector de la hostelería. De las conclusiones de dichas investigaciones, Maggie Zhang, especialista en información sobre bienestar y estilos de vida, ha elaborado un decálogo universal del que la mayoría de los restaurantes echan mano para procurar que los comensales se gasten lo máximo posible. No te lo pierdas.


1. Establecer los precios en un múltiplo de cinco

 

Según un estudio del Food and Brand Lab de la Universidad de Cornell (Inglaterra), los expertos en el diseño de menús saben que los precios que terminan en 9, como por ejemplo el clásico 9,99, se asocian, inconscientemente, con productos de baja calidad. En cambio, los que terminan en múltiplos de cinco se perciben de manera más positiva.


2. Describir los platos al máximo

 

“Hamburguesa de buey con frutos rojos, paté de hígado de cerdo ibérico, tomates maduros de huerta ecológica, rulos de queso de cabra con corteza enmohecida, aros de cebolla caramelizada y canónigos y rúcula fresca”. En otras palabras, de lo que estamos hablando es de una simple y llama hamburguesa. Sin embargo, si se presenta de manera más atractiva estará “justificadamente” más cara.

 

De acuerdo con una investigación de la Universidad de Illinois (Estados Unidos), cuanto más se describan los productos que acompañan un plato, más dispuestos estaremos a pagar por él. Según los cálculos del estudio, los restaurantes que incluyen en la carta largos comentarios a los platos tienen 27% más de ventas que aquellos que simplemente ponen su nombre. Los comensales suelen quedarse más satisfechos porque están más predispuestos a que les guste el plato en cuestión debido a todos los “adornos” lingüísticos que despiertan su apetito.


3. Poner nombres propios a los platos

 

A los clientes les atraen más los nombres de los platos con connotaciones familiares y caseras. Es decir, “las rosquillas de la abuela Carmen”, las “manzanas asadas al horno al estilo tradicional” o el “arroz con leche de la tía Manuela” son nombres que generan confianza y que nos harán más propensos a buscarle un hueco al postre, por muy llenos que nos hayamos quedado. Jugar con las emociones y provocar que la memoria asocie ciertos platos de la carta con la especialidad de algún familiar querido, es una estrategia de marketing que no suele fallar.


4. Autenticidad por geografía

 

Añadir la procedencia del alimento al nombre del plato es otro de los trucos recurrentes para resaltar su supuesta calidad y, por tanto, vender más caro. Las indicaciones geográficas o denominaciones de origen tienen sus propias campañas promocionales, por lo que el restaurantero siempre sacará partido a esta suerte de publicidad gratuita. Una forma de llamar la atención sobre un plato que también genera en el comensal la sensación de que está consumiendo un producto de buena calidad.


5. Fotografía

 

Destacar visualmente los mejores platos ofertados, generalmente los de mayor precio, genera la sensación en el comensal de que se trata de algo más especial, según concluyó un estudio llevado a cabo por la Association for Consumer Research. Esta estrategia no vale para todo tipo de restaurantes, pues, por ejemplo, en un establecimiento con cierta consideración, las fotografías u otras formas de resaltar ciertos platos en la carta puede interpretarse como algo de mal gusto.


6. Mariscos

 

Poner en la carta platos muy caros, con unos precios que tripliquen los del promedio de la carta, sirve como señuelo, ya que invita a compararlos con el resto y tener la percepción de que estos son más baratos de lo que realmente son. Aunque quizá nunca se sirvan estos “platos señuelo”, se utilizan para que el comensal piense que el precio medio del resto de la carta es razonable.


7. Los plato más rentables

 

Los estudios sobre los patrones de lectura de una carta por parte de los comensales son muy numerosos. De acuerdo con ellos, los clientes suelen centrar su atención en la parte superior derecha, por lo que los restaurantes acostumbran a situar en este espacio los platos más rentables. Esto se explica por qué los comensales suelen recordar mejor los platos que están en esta posición, ya que les prestan más atención y tiempo de lectura.


8. Menús de degustación

 

Este tipo de ofertas descargan a los comensales de la responsabilidad de elegir, lo que puede ser muy útil cuando se comparte mesa con alguien a quien no se le conocen demasiado sus gustos culinarios. Aunque normalmente los menús degustación ofrecen una cantidad razonable de comida, suelen ser la opción más rentable para el restaurante.


9. Música Ambiente

 

Según una investigación de la Universidad de Leicester (Inglaterra), los restaurantes con música ambiente facturan más, siempre y cuando sepan elegir el estilo. De hecho, los que más ganan son los que ponen música clásica, pues hace que el comensal se sienta más pudiente y con la obligación de hacer un dispendio mayor, mientras que si se trata de música pop las ventas pueden llegar a disminuir hasta 10%.


10. Precios sin moneda (11,50 en lugar de 11,50 €)

 

Y este último punto va dedicado a aquellos que piensan viajar a Europa. Una investigación de la Escuela de Hostelería de la Universidad de Cornell concluyó que los comensales que recibían cartas en las que el precio del plato no iba acompañado del símbolo de la moneda local, se gastaban más que el resto. El símbolo de la moneda hace que seamos más conscientes de los precios y se asocia con un sentimiento de ahorro.

 

La mejor forma de evitar el sentimiento de culpabilidad del cliente por el dispendio es ignorando el símbolo y escribiendo la cifra correspondiente en un tamaño menor al de la descripción del plato. Si las cantidades se escriben en letras, el comensal también gastará menos.


Ya lo sabes, mucho ojo la próxima vez que vayas a un restaurante de moda.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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