Bourgeois, feminidad y maternidad alterada en Bellas Artes

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Durante 13 años, Louise Bourgeois (París, 1911-Nueva York, 2010) asistió a terapia de sicoanálisis, una hora cuatro veces a la semana, tiempo en que su práctica estética rebasó el mundo onírico para encontrar su origen en la realidad alterna que vivía su mente a partir de sus neurosis, fobias y sentimientos ambivalentes.

 

Incluso en reiteradas ocasiones la artista, considerada figura emblemática del siglo XX, comentó que para ella su arte era una especie de ejercicio de sicoanálisis y, a la vez, asistía a sus citas médicas como si se trataran de una acción estética.

 

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En objetos como Siete en cama y Rechazo, o pinturas como Casa femenina o la escultura monumental Maman, Bourgeois descargó ese universo fantasioso que siempre se negó a definir como surrealista, porque no se originaban en sus sueños, sino directamente en su mente como algo tangible.

 

“Para ella su mente y lo que producía era algo que tenía en su propio cuerpo y por eso su obra es muy cruda, directa, fuerte”, señala Philip Larrat-Smith, quien recupera piezas producidas en las últimas dos décadas de vida de la artista para integrar la exposición Louise Bourgeois. Petite Maman, que no es una retrospectiva en el sentido estricto, sino una revisión conceptual.

 

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La individual que se inaugura la próxima semana en el Museo del Palacio de Bellas Artes se traza a partir de la idea de maternidad y feminidad, conceptos que Bourgeois abordó en su última producción luego del periodo de las terapias sicológicas, en una suerte de renovación de su propia idea de arte.

 

A partir de la década los 90, quien fuera esposa del historiador de arte Robert Goldwater se alejó de la escultura en mármol y piedra para tomar como materia prima la tela de su propia ropa, sábanas y toallas que usaba a diario en casa, y con esto confeccionar literalmente figuras abstractas con referencias a su madre, a su padre y a ella misma en su rol de mamá de tres hijos.

 

Larrat-Smith explica que estas piezas se originan conceptualmente desde las terapias sicológicas en las que buscaba sanar conflictos vinculados a la figura de su padre, quien fue enlistado en la Primera Guerra Mundial, y de su madre, quien falleció en 1932.

 

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“Sufrió todos los síntomas clásicos de alguien que no ha pasado con éxito por la fase típica del desarrollo de personalidad; siempre mantuvo fijación negativa sobre el padre, de la madre por el contrario se expresa positivo, pero en realidad sus sentimientos eran más ambivalentes, entonces en el supuesto odio al padre realmente escondía un amor profundo, y con la madre mantenía una relación de competencia típica”, detalla quien tuvo acceso a los archivos documentales de la artista.

 

Así se comprenden sus dibujos, pinturas, esculturas, impresiones y piezas monumentales con las que aborda el significado de feminidad y la función de la mujer como generadora de vida, pero no en un sentido biológico sino abstracto, por ejemplo en piezas como Mujer embarazada, una escultura de tapiz que hizo a los 92 años de edad.

 

“Conforme envejeció aunque era autosuficiente estaba en la posición de necesitar que alguien la cuidara, entonces aborda el concepto de la madre desde otra perspectiva, como una necesidad de protección total, como un infante que está dentro del útero y no puede independizarse; por eso vemos la iconografía de mujeres embarazadas que parecía extraño que las hiciera a los 90 años”, agrega. (Seguir leyendo...)

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