Maridos de Ángeles Mastretta

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Dice el refranero español que “maridos que lejos se ausentan, cornamentan”.  En todos los compendios de proverbios y refranes, siempre encontramos la más básica de las sabidurías. Algo así también ocurre con las historias que todas guardamos en nuestra memoria o en la propia experiencia de la tía más cercana, la amiga entrañable o hasta nuestra propia abuela. Pero cuando estas anécdotas son contadas a través de la palabra de Ángeles Mastretta, los eternos conflictos del individuo como la infidelidad, el dolor, la soledad, el odio, o el amor, cobran cuerpo y alma gracias a la galería de sus personajes que nunca nos parecen ajenos ni distantes.

 

Hace unos días, con motivo del Día del Libro, mientras visitaba una librería dedicada a textos de mujeres en Barcelona, me topé con una de las mejores obras de la escritora mexicana Ángeles Mastretta: “Maridos”. Un libro que también tiene mucho que ver con las historias de millones de mujeres que también han sido madres.

 

“A muchos la felicidad los empalaga”, y el marido de Amanda era de éstos. De repente “le dio por tener miedo y se fue”.

 

En este delicioso libro de Mastretta, publicado en 2007, la pareja es el epicentro de un montón de relatos que hurgan en algo tan profundo como la vida cotidiana y la nada fácil convivencia entre los hombres y las mujeres. Es una obra dedicada más que a los maridos, a las mujeres que viven con ellos, “que los padecen y los gozan; que conviven con ellos en armonía o con juego. Evidentemente se trata de maridos vistos desde los ojos de sus mujeres”, ha dicho la autora de Arráncame la vida, a propósito de este libro.

 

Narraciones las hay de índole variopinta a lo largo de sus 250 páginas; su mirada contempla distintas épocas y desgrana lo que ocurre en clases sociales diferentes. Muchos de estos cuentos deleitan al lector con la complicidad que se puede dar “entre dos gentes que congenian más allá de sus otras historias de amor y hacen su vida juntos, más allá de sus propias historias de amor”.

 

“Después de años de no verlo, Julia Corzas le abre la puerta a su tercer marido”.

 

Las mujeres de estos Maridos son de las que siguen rompiendo cadenas y tabúes, aunque a veces ni siquiera ellas se den cuenta. Son valientes con una enorme naturalidad “incluso aquellas que sobreviven a que se les mueran sus maridos o que éstos desaparezcan con sus amantes; son mujeres que cambian sus vidas siempre con una sonrisa y nunca sintiéndose heroínas de una batalla excepcional, sino simplemente cumpliendo con una cosa que les parece lógico cumplir”, ha explicado Mastretta en diversas entrevistas. “Las protagonistas son solamente representantes de otros seres extraordinarios que abundan por todas partes, haciendo sus caminos y defendiendo su modo de vida y sus emociones, con valor y con inteligencia”.

 

Lo que Ángeles Mastretta pretende a través de este montón de historias es convencer que “estamos acompañadas en esta reflexión sobre la pareja y sobre el amor para toda la vida, sobre las cosas que nos preocupan. No estamos solas, es algo que esta pasando en todo el mundo y a todas nosotras”. Para la autora de Mujeres de Ojos Grandes, si duda alguna, cada vez esta más difícil que “nos vean como el sexo débil”.

 

La visión de Ángeles Masttreta sobre México

 

A la pregunta de si México sigue siendo un país con mucha madre y poco padre, Mastretta piensa la respuesta y la dispara: “yo creo que sí. Esto incluso se encuentra en muchas de las historias. Son patrones que se repiten y que tienes que elegir entre muchas anécdotas. Sigue habiendo muchos hombres que le siguen pegando a sus mujeres y muchas, muchas mujeres solas”.

 

El paso de los años le ha dado la posibilidad de matizar sus puntos de vista. Cuando se es joven, “somos tajantes y tenemos la certidumbre absoluta de todo. Con el paso del tiempo, a los seres humanos normales con los que convives, les matizas los defectos, entre otras cosas, porque empiezas a ver los tuyos”.

 

¿Al hombre lo educan para el poder y a la mujer, para el amor?

 

La Mastretta asevera “cada vez me cuesta más trabajo dividir a los hombres ávidos de poder y a las mujeres metidas en su casa y dándole a sus emociones. Esto está cambiando. En México cada vez hay más mujeres que quieren ser diputadas, senadoras y delegadas”.

 

A la hora de ejercer el poder lo hacen de un modo muy parecido al de los hombres; el poder tiene una perversión y una condición sine qua non, es muy difícil ejercerlo.


Lo importante es tener poder para convencer. Este es el gran reto de algunos políticos extraordinarios como Felipe González que ejercen el poder convenciendo.

 

Sobre las mujeres:

 

Seguimos siendo educadas para ceder, no nada más frente al hombre, ceder en general. Por ejemplo, con todo lo que tienes que hacer por tu cuerpo, todo el tiempo que le tienes que dedicar y en eso cedes, no nada más por los hombres, sino por las otras mujeres. La importancia que le damos al cuerpo ahora, en muchas cosas, es muy grata y en otras, es una esclavitud. Nada de que hoy no te levantaste a hacer ejercicio; nada de que hoy no te quieres echar rimel y no te quieres peinar.

 

Esto de la doble jornada, en efecto, a veces se vuelve triple y hasta quintuple. Tienes que hacer muchas cosas para ser una mujer integralmente elogiable y aceptable. En esa parte, yo creo que seguimos siendo educadas para ceder.  Por eso, son tan valientes las mujeres que no ceden”.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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