Por qué ver Acapulco Shore

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En estas semanas hemos leído y escuchado muchas críticas de reality shows hechos en México, en especial de Acapulco Shore, y en mi opinión el problema no es que la serie sea mala, sino que esperamos de ella algo que no promete. Es como tratar de cortar un rib-eye con cuchara.


Acapulco Shore es una serie para llegar cansada del trabajo, subir los pies a la mesa de la sala y desconectarte un rato. Es para amar y odiar a personas que no conoces, y criticar a gente que nunca verás en persona. Es nuestra oportunidad de juzgar a otros sin consecuencia, de sentir la satisfacción de tener una vida más acomodada que estos “pobres niños” que se andan deschavetando en televisión.


La realidad es que estos niños ni son pobres, ni se fueron a enloquecer a Acapulco. Son un grupo de veinteañeros que aman la fiesta a quienes les ofrecieron pasar un mes de su vida de parranda. No les pagaron por aparecer en televisión, no les ofrecieron pagarles la “peda”, los llevaron un verano a Acapulco, los pusieron a trabajar en un club de playa y los filmaron mientras disfrutaban de sus noches, su sexualidad y su nueva familia.


No están ahí para resolver conflictos mundiales, ni para hacer lo que se considera “televisión de calidad” aunque sin duda por lo que pudimos ver y conocer platicando con ellos y con el productor de la serie, está hecha con todo el cuidado y el mejor nivel de producción, como era de esperarse de MTV.


Muchas personas se vieron involucradas en la realización de esta serie. De hecho, si alguno de tus conocidos pasó tiempo en Acapulco este verano seguramente tendrán alguna historia de “Acapulco Shore” que contarte, porque el puerto le abrió las puertas a esta producción y a los ocho chicos que llegaron a hacer de las suyas. Programas como este se filman en Acapulco en parte para impulsar los negocios que se han visto afectados por catástrofes humanas y naturales en los últimos años.


Pero regresando a esto del Acapulco Shore, es como un Big Brother pero con libertad de tránsito. Los chicos pueden entrar y salir de la casa como deseen, pero dentro de la casa sigue habiendo sólo tres cuartos y un baño para todos (y un cuarto al que le llaman el revolcadero… pero eso es otra cosa).


Estos ocho chicos llegaron a Acapulco para disfrutar del sol, las amistades, el sexo y el alcohol, y no es una serie que ponga en evidencia la “decadencia humana”, es lo mismo que hacen muchos chicos de su generación (y de muchas otras), sólo que ellos no tienen el pudor para ocultarlo frente a las cámaras.

 

Este sábado te puedes sentar frente a tu televisor y reírte, si quieres burlarte, e incluso asombrarte de lo que estos adultos contemporáneos deciden hacer con su tiempo libre, o puedes decidir que esto no es lo tuyo y sintonizar algo que no sea MTV, al final es una serie de poca ropa y mucha fiesta apta sólo para quienes quieren saber qué pasa si mandas a ocho jóvenes parranderos desinhibidos a agarrar la fiesta un mes en Acapulco.

 

 

 

No se la tomen muy en serio, les juro que los chicos no lo hacen. Es más, para que me odien les dejo la canción. La van a tararear todo el fin de semana porque está bien malditamente pegajosa. Todavía hay días que la canto en la regadera…

 

 

Por cierto, para las que seguro se lo están preguntando, el de la foto es Fernando. 

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