Todas de cabeza por la Medusa Steel Coaster

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Aunque yo amo las Roller Coasters desde lo más profundo de mi ser es raro que te encuentres una que realmente te sorprenda, y a pesar de que Six Flags México se especializa en variedad (las reto a encontrar un juego igual a otro dentro del parque) la verdad no esperaba mucho de la Medusa, asumí que sería como Superman, que era mi favorito. ¿Por qué digo era? Porque una vez que te subes a la Medusa Steel Coaster redefines tu ranking de montañas rusas para siempre.

 

Por fuera se ve tan impresionante como antes, una monstruosa estructura de madera que impone por sí misma. Es hasta que comienzas a caminar la fila que te das cuenta de la magnitud de la montaña rusa original. El trayecto para llegar hasta los carritos es largo, y mientras caminas te vas dando cuenta de que esta no es una Roller Coaster como cualquier otra.

 

Aunque el nombre te lo dice, Steel Coaster, te das cuenta hasta que te acercas que los rieles de metal que pasan por entre los postes de madera no sólo suben y bajan como lo hacía la Montaña Rusa original, pero aún después de escuchar los gritos que vienen de los carritos no te puedes imaginar lo que te espera.

 

La fila avanza rapidísimo, llegas por fin al “área de abordaje” y es ahí donde te das cuenta de que te espera un verdadero reto. La chica que se bajó antes de que nosotros subiéramos tenía lágrimas en los ojos.

 

El carrito a simple vista parece como todos los demás. Te ponen un cinturón (como el de los aviones) y después baja una barra. Pero el cinturón no es tan común como crees, lo aprietan hasta que casi te deja marca en la piel y la barra no te queda “flojita” por unos momentos es incluso incómodo sentirte tan atada. Y entonces empieza…

 

La subida no es impresionante, no es como Superman que subes y subes y es la altura lo que te pone nerviosa. Lo increíble de la Medusa Steel Coaster no es la altura, es la velocidad.

 

¿Se acuerda del chiste de la pasita que queda lisita como uva cuando la sacan a pasear en moto? Les juro que la Medusa Steel Coaster quita hasta las arrugas. No les puedo contar cómo es el recorrido porque para cuando el cerebro y el estómago que dejé en el primer arrancón me alcanzaron ya todo había terminado.

 

93 km/hr.

 

El comunicado de prensa me informa que la Medusa tiene 7 inversiones, 3 inversiones completas y 4 curvas peraltadas. Eso para mí se traduce en un profundo agradecimiento al hombre que casi me gangrena las piernas con el cinturón de seguridad. No tienes de dónde agarrarte, no hay escapatoria, estás completamente a la merced de la Medusa y la gravedad, y no les puedo decir cómo se siente, porque no tiene comparación.

 

914 metros de recorrido

 

El rush de adrenalina te dura todo el día, no quieres hacer más que volverte a subir inmediatamente para poner más atención a lo que está pasando porque el shock de la primera vuelta no te deja ni recordar los giros. Todo lo que sabes es que perdiste por completo el sentido del arriba y el abajo, y te mueres de ganas de volver a sentirlo.

 

Como recomendación les digo a las chicas que se agarren el cabello, de preferencia en trenza, porque la velocidad es tal que un mechón de mi cabello se atoró entre el brazo de mi novio y su asiento, y por supuesto que lo perdí (les digo, es una velocidad y una fuerza realmente impresionante). Cuando bajamos y me di cuenta del peludo accidente me preguntó mi novio, “¿Te dolió?” y, para ser perfectamente honesta, entre el susto y la adrenalina no lo sentí ni tantito.

 

Si alguien se anima nos vemos pronto en Six Flags México, porque ya sé dónde voy a pasar mi verano.

 

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