¿La clase social afecta en el desarrollo del cerebro?

Impacto de la pobreza en el desarrollo del cerebro
Impacto de la pobreza en el desarrollo del cerebro
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Navegando en Internet me topé con una investigación muy interesante que presenta CNN, en su portal de Salud, donde presentan el trabajo de la doctora en neurociencia Martha Farah.


Muchos estudios sociológicos confirman que la crianza de los hijos y las experiencias tempranas que viven los pequeños son diferentes según la clase social. Martha quiso saber si esta diferencia afectaba el desarrollo cerebral de los niños.


Según sus estudios, los niños de bajos recursos tienden a recibir más retroalimentación negativa y están menos expuestos al uso del lenguaje, es decir, lo que escuchan no es tan complejo gramaticalmente y su rango de vocabulario es menor.


Esto, según Martha, se traduce en un menor entendimiento en la forma en que se desarrollan los niños y lo que necesitan para el desarrollo cognitivo.


Además, el estrés es un factor sumamente importante en la ecuación. Cuando los padres de familia no tienen la certeza de que van a poder satisfacer las necesidades básicas de la familia se genera un estrés que los lleva a tener menos paciencia con sus hijos y a ser menos cariñosos.


Ahora, según Martha, quien ahora es Directora Fundadora del Centro para la Neurociencia y la Sociedad de la Universidad de Pennsylvania, esto no es irreversible, y lo peor que podemos pensar es que el daño que ya está hecho no puede deshacerse.


También Farah agregó que los papás de clase media tampoco son perfectos: “Su costumbre de observar ansiosamente cada avance en el desarrollo de los niños y cubrirlos de halagos no es productiva”.


El trabajo que Martha Farah está realizando no tuvo un comienzo sencillo. Cuando inició sus investigaciones en el año 2000, muchos de sus colegas se mostraron escépticos y la acusaron de estar equiparando la pobreza con una enfermedad cerebral.


Lo que sí es un hecho es que los estudios que ella ha conducido demuestran que ciertos factores que se dan en estratos sociales bajos, en donde se padecen dificultades económicas y sociales, tienen un impacto directo en el desarrollo tanto del cerebro como del resto del cuerpo.


No es novedad para nadie que un niño de una familia de escasos recursos es un niño con problemas de nutrición. Si el cuerpo se alimenta de factores externos, no debería ser tan duro darnos cuenta de que el alimento del cerebro también son factores externos y que las condiciones en que un niño crece se van a ver reflejadas de manera directa en el desarrollo integral de su cuerpo.


Un foco rojo más para que los gobiernos ataquen los problemas de pobreza en nuestros países. Es un círculo vicioso, si nuestros niños están menos preparados intelectualmente no podremos avanzar, no podremos ver un país primermundista.


Es una realidad e investigadores como Martha ponen el dedo que nunca se ha quitado de la llaga: la pobreza es una enfermedad, no mental, sino social, de grandes dimensiones.

 

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