¿Por qué le estamos enseñando a las niñas a ser princesas?

niñas princesas
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Cuando salgo de compras para mi hijo, me doy cuenta de las duras pero sutiles características que hacen diferente la ropa de los niños y las niñas. Además es muy obvio: los la ropa azul es de niño y la ropa rosa de niña, la ropa de los niños tiene temas y escenarios de la vida real con mamelucos hechos para simular los atuendos de construcción, pescadores y bomberos y ocasionalmente un traje de negocios.

 

Por otro lado, la sección de niñas está plagado de tutus rosas, glitter y estampados de leopardo, atuendos hechos para que parezcan princesas (¿técnicamente eso es un trabajo?), hadas (sí, esas no existen) y me atrevería a decir, strippers (de verdad, encontré un outfit con medias de red y una blusa tubo para una niña de cinco años. ¿Qué es eso?)


Sin importar la tienda, encontré los mismos temas una y otra vez, convirtiendo a la sección de niñas en un desierto de evasión que tu hija puede usar en la espalda. Es como si para las tiendas departamentales cada día fuera Halloween para las niñas. Sería muy cool ver un mameluco de niña hecho para parecer una panadera o una pintora o algo realista, algo en lo que ella se pudiera convertir en el futuro.


Tal vez no vemos esos atuendos porque los trabajos que se han asociado a las mujeres han quedado obsoletos y fetichizados, como el antiguo atuendo de las enfermeras (ya saben, ¿los que tienen faldas?). Pero quizá sólo estoy creando excusas por la falta de imaginación de parte de aquellos que diseñan ropa para niños en gran escala. 


La ropa que nosotros como padres le ponemos a nuestros hijos, le habla profundamente a su vasto subconsciente. Mientras que criamos niños en el realismo y niñas en el escapismo, estamos preparándolos seriamente para fracasar en sus relaciones futuras.

 

 

Si un pequeño niño crece en un ambiente saludable con personas que lo aman y lo protegen, entonces probablemente se convertirá en un hombre que no se sienta atraído por una mujer que espera que todo le caiga en las manos, como si fuera una princesa. O en el peor de los casos (ojalá), si él se encuentra en una relación poco saludable con este tipo de persona delirante, se dará cuenta y terminará las cosas.


Sólo vean a las mujeres que salen en programas como Bridezillas. Sí, esas mujeres han atraído a un hombre hasta el matrimonio, pero casi todas terminan divorciándose. Una “bridezilla” debería aparecer en el diccionario urbano como: el resultado final de criar a un niña dentro de la cultura de las princesas, como si años de egoísmo se compactaran tanto hasta crear una parodia caricaturizada de una mujer.

 

La cultura de las princesas crea una división entre las niñas y las mujeres, además de generar un abismo entre géneros. Cuando el escapismo puro de Disney se confunde con las posibles realidades por las que se puede luchar, es cuando hemos hecho una mala elección en nuestra manera de criar a nuestros hijos y sobre todo elegimos un giro equivocado como especie.

 

(via: Thought Catalog)

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