Ni magia, ni suerte, ni ingenuidad: La verdadera razón por la que hacemos rituales en Año Nuevo

iStock / happy_lark
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El investigador Bogar Escobar Hernández indicó que alrededor de 80 por ciento de la población lleva a cabo alguno de los diversos rituales de fin de año y todo se debe a una buena razón: la necesidad de adquirir esperanza.

 

En entrevista con Notimex, el doctor en antropología social agregó que entre los rituales más destacados y conocidos están, por ejemplo, "las personas que acostumbran barrer o hacer limpieza en sus casas el último día del año, con la intención de alejar malas vibras y mala suerte".

 

El académico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara (UdeG) añadió que hay gente que acostumbra "preparar las maletas con ropa, ya que se supone que con ello van a atraer muchos viajes durante el siguiente año".

 

Comentó que otras personas "compran o regalan prendas íntimas, ropa interior, por ejemplo la de color rojo es para atraer amor y la de color amarillo para el dinero".

 

Mencionó que hay quienes acostumbran en las 12 campanadas de fin de año "comer una uva por cada campanada para atraer salud, felicidad, dinero, etcétera".

 

Más que la cuestión descriptiva de estos rituales, lo más relevante es lo que subyace detrás de estas prácticas, ya que esta simbología indica que el ser humano intenta exorcizar sus miedos, y ésta es sólo una forma más de entre muchas otras en que lo intentamos".

 

Subrayó que sobre todo en contextos de crisis económica, social o espiritual "se reactivan estas prácticas, porque el ser humano vive en incertidumbre, incluso nuestra propia vida es fortuita e incierta".

 

"Llevamos a cabo rituales a través de los cuales intentamos atraer cosas que deseamos favorables como el dinero, la salud, el amor, etcétera, y exorcizarlas mediante prácticas en las cuales no hay una racionalidad, es básicamente una creencia que forma parte del bagaje cultural y espiritual del ser humano", afirmó.

 

El especialista manifestó que estas creencias son parte de la naturaleza humana.

 

Destacó que gran porcentaje de la población lleva a cabo este tipo de rituales, "alrededor de 80 por ciento, ya que pese a estar en siglo XXI el ser humano, sus genes y sus atavismos persisten, la única diferencia es que de este porcentaje a lo mejor habrá gente que lo reconozca más y otros por su nivel social o cultural lo simulan más".

 

Resaltó que pese a que no se concretan estos deseos la gente mantiene sus creencias en estos rituales, "es como la lotería, sólo uno se saca el premio mayor, y la gran mayoría no obtiene nada, y sin embargo, cada día y cada semana se venden miles de boletos".

 

Señaló que cuando se realizan estas prácticas, "lo que se hace en realidad es adquirir esperanza, y cuando el ser humano quiere creer algo aunque los demás vean lo contrario él va a seguir su creencia, y va a modificar todas las señales a favor de ella, y va a desechar las que tienden a anular esa creencia".

 

El ser humano debe tener más confianza en sí mismo, y no desviarse en actos externos o en prácticas con las que básicamente intenta exorcizar sus miedos, que de cierta manera le da cierto nivel de confort, seguridad y esperanza, pero eso sólo habla de una crisis de fortaleza espiritual e intelectual", concluyó.

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