Mi primera vez en un antro gay y… ¡Me divertí horrores!

Mi primera vez en un antro gay y… ¡Me divertí a horrores! / Especial
Mi primera vez en un antro gay y… ¡Me divertí a horrores! / Especial
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Nunca había ido a un antro gay en mi vida, pero, no sabes, ¡me divertí horrores! Canté, bailé con las drags queen y saqué mis mejores pasos de baile en la pista.

 

Lo primero que hice para llevar a cabo este artículo fue hablarle a mi mejor amigo gay que es –a falta de otras palabras– un conocedor de antros y bares.

 

Al charlar con él me preguntó: ¿qué tan gay quieres el antro/bar? 

 

Rodo: A chin@#, ¿cómo es eso? 


Mara: Sí, mira, hay lugares gays relax (fresas), un poquito subidos de tono y los hardcore. 


Rodo: Pues yo creo que a uno relax, pero que pueda ver un poco de todo. 


Mara: Va, sé a dónde hay que llevarte.

 

Quedamos de vernos en la glorieta de Insurgentes. Caminamos por una de las calles hasta llegar a Reforma, doblamos a la izquierda, dos calles, no más de 100 metros y ahí estaba el Lillipop. 

 


Foto: Tomada de Facebook

 

Al entrar, como en todo lugar respetable de la Zona Rosa, nuestras IDs nos fueron solicitadas. Debo decir que esperaba me revisaran (basculearan) como en cualquier otro bar a los que he ido, pero eso no ocurrió.

 

Dejé mi mochila en el guardarropa y listo, el tour por el lugar estaba por comenzar. Lollipop es un bar de tres pisos bastante agradable. El primero, es un karaoke; el segundo, una pista de baile con música electrónica; y el tercero una pista de baile con canciones un poquito más cachondas.

 

 

Lo primero fue ordenar cerveza y comenzar a corear las canciones que finos caballeros cantaban en el pequeño escenario.

 

Gloria Trevi, Timbiriche, Camilia, Playa Limbo y dos que tres grupos de banda fueron interpretados por hombres y mujeres.

 

Algunos, los pocos (una amiga y yo), subimos a cantar para echar desmadre, mientras que otros subían para dedicar una canción a sus acompañantes.

 

Me llamó la atención que prácticamente todas las canciones eran para corazones rotos o hablaban de la liberación del yugo de tus besos, baby. #Thuglife

 

Después de 2 litros de cerveza oscura, decidimos que era hora de subir y comenzar la danza hipnotizante de la música electrónica. Al subir, nos encontramos con el inicio de un show muy particular: drag queens.

 

Ahí estaba yo, un metalero con años de experiencia en el moshpit, escuchando canciones de María José “interpretadas” por lo que parecía una exuberante mujer tatuada que, para el ojo poco versado en estos temas, podría haber pasado por la más exquisita mujer del mundo.

 

 

 

Noche loca. Mi primera vez un antro gay para Swagger #gay #noche #loca #antro #bargay #bar #zonarosa #México #diversión #chelas #hermandad

Un vídeo publicado por Rodoelvikingo (@rodoelvikingo) el 25 de Abr de 2015 a la(s) 3:06 PDT

 

El show se ponía bastante animado y el resto de público cantaba y bailaba (al mismo tiempo que criticaban el cuerpo del in… mmmm… de la intérprete). De pronto, ¡bam!, una segunda drag queen subió a la pequeña tarima para hacer el show aún más atractivo.

 

La noche avanzaba. Tomé una cerveza más para rehidratarme y en ese momento le dije a mis amigos, “¿saben qué?, ¡mi cuerpo pide cumbia!”, así que subimos al tercer piso con otro par de cervezas con la misión de encontrar un lugar en la pista de baile para vacilarla un rato. 

 

Debo confesar que no soy un bailarín muy hábil, de hecho por mi enorme tamaño y apariencia seguramente me veo muy cómico, pero eso no fue impedimento para que bailáramos entre los 4 y nos luciéramos con coreografías bastante divertidas. El novio de mi amigo, amablemente me enseñó algunos pasos, para ser la envidia del barrio.

 

 

Después de ver cómo una pareja se caía de la tarima (inserte risas burlonas) y mojar nuestras ropas con el sudor del baile, preferimos bajar y entrarle –ahora sí– al trance electrónico. Comenzamos a bailar y ahí fue cuando vi cosas que no estaba acostumbrado a ver.

 

Tríos, cuartetos, dúos, de todo un poco acompañado de la elevada temperatura de la primavera y bailando bajo el concepto de "duro contra el muro".

 

Aclaro que no me espanté, ni tampoco mi "cristiandad" se vio ofendida por ver las expresiones de amor y pasión entre personas del mismo sexo, únicamente me sorprendí porque nunca había visto tantas al mismo tiempo. Entenderán que no frecuento estos lugares.

 

Después de un rato (y de un tarro más de cerveza) la música se terminó y nos dimos cuenta que era la hora de regresar a casa.

 

Lo que más me gustó:

 

La verdad fue que me divertí en exceso. Creo que en buena medida se debió a la excelente compañía con la que asistí al lugar, pero también por el ambiente. Contrario a lo que muchos piensan nadie me intento ligar y nadie se me acercó con la intención de darme unos besos locos o sobrepasarse conmigo. Lo que me indica que estoy bien pinc@# feo.

 

Lo que me sacó de onda:

 

La verdad lo único que la neta no me gustó fue usar el sanitario. Después de tanta cerveza, hay que hacer una parada técnica obligatoria, ¿no? El problema es que no fue como en otros lugares, ya sabes: ir al baño, hacer lo tuyo, lavarte las manos y regresar a la fiesta. Aquí los mingitorios estaban muy pegados… y bueno para no hacer el cuento largo: mi miembro fue examinado en dos ocasiones ¡sin discreción! Eso no fue agradable, la verdad.

 

¿Lo volverías a hacer?

 

Claro que lo haría de nuevo, especialmente si mi amigo me invita porque la compañía fue de lo mejor. Lo único que faltó ese día fueron unos buenos Quesocarnes. 

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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