Ser mamá y encontrar un buen trabajo no es difícil ¡es imposible!

Ser mamá y encontrar un buen trabajo es imposible
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Estamos a unos días de celebrar el Día de las Madres. Para mí, por lo menos, es una fecha que me produce cierta contrariedad. Por un lado, se alaba el papel de la maternidad y se premia a las mujeres por el hecho de haber traído hijos al mundo; mientras que, por otro, se les sigue discriminando laboralmente, pagándoles menos o, incluso, dejando de contratarlas si se trata de mujeres jóvenes que pueden llegar a embarazarse. ¿No es acaso una contradicción?


En mi afán por encontrar respuestas, acudí a tres amigas cuyas historias pueden ilustrar la realidad que viven millones de madres en el mundo. Dos de ellas viven en España y una en México.

 

Mejor un joven que una madre

 

Eva Sánchez. Mexicana residente en Madrid desde hace más de 15 años, esta mujer menuda de amplia sonrisa estudió una Licenciatura en Ciencias Químicas en México y una especialización en España. Tuvo dos hijos y, cuando quiso reincorporarse a la vida laboral, le dijeron que preferían a un joven recién egresado que a una mujer con responsabilidades familiares. El último empleo que tuvo en condiciones dignas fue en 2009. Desde entonces, lleva seis años buscando trabajo en todas las páginas Web que existen y enviando cientos de currículos.

 

Eva afirma que su caso es más dramático aún porque, además, sigue siendo extranjera, aunque ya tenga la nacionalidad española. ¿Cómo logra sobrevivir? En parte, gracias al subsidio de desempleo de su marido y a que éste ha tenido que traerse a su padre a vivir a casa para que éste pueda alquilar la suya y así ayudar con los gastos. Sus hijos van a la escuela pública y hace años que no saben lo que es salir de vacaciones. Pero Eva no se amilana. Como buena mexicana, le ha entrado a muchos trabajillos que rondan entre los 5 y los 15 días de duración, o haciendo pasteles, piñatas o tamales. Y sin perder nunca la sonrisa.

 

A los hombres los promocionan siempre

 

Estela Carmona. Esta mujer española de 45 años, amante de la cultura mexicana, divorciada y con tres hijos, ha trabajado en decenas de lugares. Como teleoperadora, vendedora de cosméticos naturales, grabadora de datos, cocinera, empleada doméstica, cuidadora de ancianos, y la lista es interminable. Se casó muy joven y no terminó los estudios de bachillerato. Últimamente, los pocos trabajos que encuentra son, como los de Eva, de pocos días.

 

Cuenta que ha tenido muchas experiencias de discriminación por género:

 

Aunque yo sepa más que mis compañeros hombres, a ellos siempre los acaban promocionando.

 

Últimamente, vive un dilema. Los únicos trabajos que encuentra son por la tarde y noche, y ella no puede contratar a una persona que cuide a su hija más pequeña que, además, tiene una discapacidad. “Lo que gano, lo pierdo", afirma. Aunque el padre de sus hijos le pasa una pequeña cantidad mensual, ella no pierde la esperanza de encontrar un trabajo “decente y que me dé la oportunidad de ser independiente”.

 

Fundó su empresa para no discriminar

 

Silvia Medina. Vivió la discriminación laboral en carne propia. Cuando en la multinacional en la que trabajaba se enteraron de que estaba embarazada por segunda vez, sus jefes le dijeron que “con dos hijos ya no iba a poder estar a la altura, ni iba a poder seguir adelante con las funciones que desempeñaba”. Fue tal su rabia al sentirse relegada profesionalmente solo por el hecho de querer ser madre, que decidió fundar una pequeña empresa de comunicación para, precisamente, garantizar condiciones de igualdad a las mujeres que contratara. Una de las cosas que Silvia descubrió es que “hay una cosa que no hacemos bien las mujeres y es tejer redes propias”. Esta convencida de que si las mujeres que están arriba apoyan a las de abajo, las cosas son distintas.

 

Detesta al estereotipo de “Super Mujer”, lleva mal lo de ser madre, esposa, empresaria y no perder el estilo.

 

Yo me agobio porque, encima, todo tienes que hacerlo bien

 

Silvia lanza la pregunta que todas nos hacemos: “¿Cómo es posible que si somos el 50% de la población y más de la mitad de las licenciadas, no haya un 50% de mujeres en puestos directivos?".

 

La solución para esta pequeña empresaria mexicana reside en que las propias compañías lleguen a un consenso sobre horarios más razonables y políticas públicas que favorezcan los permisos de maternidad y paternidad “para que los hombres se responsabilicen lo mismo que nosotras”. Eso ya sería un avance.
 

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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