Cómo hablar con tu hija sobre su cuerpo

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La forma en que hablamos con nuestros hijos sobre sus cuerpos repercute en la forma en que se perciben a sí mismos más tarde en la vida. Sobre todo con las mujeres, cuyas expectativas sobre sus cuerpos son mayores a medida que están más expuestas a los medios de comunicación y a las opiniones externas.

 

Este texto de Sarah Koppelkam es una hermosa y sencilla guía para que, a través de nuestras palabras, ayudemos a que nuestras hijas sean felices con su cuerpo y con ellas mismas.

 

Cómo hablar con tu hija sobre su cuerpo. Paso uno: no hables con tu hija sobre su cuerpo, excepto para enseñarle cómo funciona.

 

No digas nada si ha bajado de peso. No digas nada si ha subido de peso.

 

Si crees que el cuerpo de tu hija se ve increíble, no lo digas. Aquí hay algunas cosas que puedes decir en lugar de eso:

 

“¡Te ves muy sana”, es una.

 

¿O qué tal “Te ves muy fuerte”?

 

“Veo lo feliz que estás, te ves radiante”.

 

Mejor aun, elógiala por algo que no tenga que ver con su cuerpo.

 

Tampoco opines sobre los cuerpos de otras mujeres. Nop. Ni un solo comentario, sea bueno o malvado.

 

Enséñale sobre la generosidad hacia otras personas, pero también generosidad hacia ella misma.

 

No te atrevas a mencionar lo mucho que odias tu cuerpo frente a tu hija, o hablar de tu nueva dieta. De hecho, no hagas dieta frente a ella. Compra comida saludable. Prepara comidas saludables. Pero no digas “no estoy comiendo carbohidratos por ahora”. Tu hija nunca debería pensar que los carbohidratos son malos, porque la vergüenza sobre lo que comes lleva a vergüenza sobre tu propio cuerpo.

 

Motiva a tu hija a correr porque eso desestresa. Motívala a escalar montañas porque no hay mejor lugar para explorar tu espiritualidad que la punta del universo. Motívala a surfear o a hacer alpinismo o a andar en bici de montaña porque da miedo, y eso es bueno algunas veces.

 

Ayúdale a que le guste el soccer o el remo o el hockey porque los deportes la hacen una mejor líder y una mujer más segura de sí misma. Explícale que no importa qué tan viejo seas, siempre necesitas un buen trabajo de equipo. Nunca la obligues a hacer un deporte que no le guste.

 

Pruébale a tu hija que no se necesita un hombre para mover los muebles.

 

Enséñale a tu hija a preparar kale.

 

Enséñale a tu hija a hornear pastel de chocolate con seis barrras de mantequilla.

 

Pásale la receta de tu mamá para el pastel de Navidad con café. Transmítele tu amor por el exterior.

 

Tal vez tú y tu hija tengan huesos anchos o muslos gruesos. Es fácil odiar esas partes del cuerpo que no son talla cero. No lo hagas. Dile a tu hija que con sus piernas puede correr un maratón si quiere, y sus costillas son para llevar unos pulmones fuertes. Puede gritar y puede cantar y puede levantar al mundo si quiere.

 

Recuérdale a tu hija que lo mejor que puede hacer con su cuerpo es usarlo para transportar su hermosa alma.

 

 

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