Perdí a mi hijo y tengo un mensaje para ti, mamá

Perdí a mi hijo y ahora tengo un mensaje para ti, mamá
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Hace poco pasé  por la peor pesadilla de cualquier madre: el 2 de junio perdí a mi hijo más pequeño en un horrible accidente automovilístico. Yo iba manejando.

Me detuve en una gasolinera a checar su cinturón y manejé por una carretera llena de curvas a casa de mi mamá. Mi hijo hacía de todo para quitarse el cinturón de seguridad en el auto. Me decía: “Ironman no usa cinturón, mamá, y yo soy Ironman").

Intentamos con asientos y arneses de cinco puntos, boosters, creo que incluso bridas (creo que tampoco sean muy seguras), pero mi hijo siempre lo veía como si fuera un reto de escapismo.

Generalmente me tenía que detener tres o cuatro veces en cualquier trayecto para revisar que trajera puesto el cinturón.

Apenas llevábamos 20 minutos de viaje cuando una gran piedra rodó hacia mi carril. Tenía pocas opciones:  tratar de pasar sobre la roca o moverme al otro carril en sentido contrario, que era una curva muy larga. Piedra o choque de frente... escogí la piedra.

Y escogí mal. Para entonces mi hijo ya se había quitado el cinturón junto con su hermano de ocho años (se estaban cambiando de lugar y no me di cuenta). La roca pegó en el eje del auto y nos lanzó hacia la orilla de un pequeño acantilado. La camioneta rodó y mi hijo se fue instantáneamente.

Nuestras vidas se destruyeron. Al pequeño niño que había sido mi orgullo y mi alegría me lo arrebataron en cuestión de segundos.

Recuerdo el dolor en mi pecho y en la cabeza por los golpes. Tenía sangre por todos lados. Luché y luché y después perdí el conocimiento.

Cuando desperté, fui a ver a mis hijos; el mayor estaba milagrosamente a salvo. Al buscar a mi otro hijo me di cuenta de que no estaba dentro de la camioneta. Afuera estaba su pequeño cuerpo. Mi hijo de ocho años trataba de ayudarme a hacer algo por él.

Sobé su estómago e intenté leves compresiones aunque no sabía si tocarlo o no. Sin embargo, ya se había ido. Fue una muerte instantánea, lo cual sólo me da alivio porque sé que no sintió dolor.

Lo que siguió fue borroso. Me negué a recibir tratamiento de los paramédicos hasta que me dejaran abrazar a mi hijo muerto. A mi otro pequeño lo atendían los paramédicos. A mí me llevaron y sedaron, pues el shock me tenía inconsolable.

Días después entré a Facebook como una de esas cosas que haces en automático. La página local reportaba la muerte de mi hijo como si hablaran del clima. Agradecí en silencio que dijeran que no hubo drogas o alcohol involucrados. Pero no fue eso lo que me dolió. Los lectores comentaban las cosas más crueles sobre la horrible madre que soy.

Cómo me lo merecía. Cómo debían quitarme a mis hijos. Quería que supieran cuánto luché por mantenerlo a salvo. Cuán cercanos éramos... cómo teníamos un beso especial de buenas noches y una tarde de hamburguesas a la semana. Que siempre me dijo que quería casarse conmigo, que era la mejor mamá del mundo. Que él me construía naves de Lego y que se dormía en mi cama mientras tomaba mi mano con sus pequeños dedos.

Pero nadie habría escuchado de todos modos. Siento que debo escribirles esto a todas ustedes, mamás, porque tengo una gran necesidad de decirles esto: abracen fuerte a sus bebés siempre que puedan.

Ya no soy quien solía ser; la muerte y la pérdida cambian a una persona de adentro hacia afuera.

Abracé el cuerpo de mi hijo muerto a mitad de la carretera mientras lo arrullaba y gritaba.

Hice los trámites en el cementerio mientras pensaba en la idea de hacerme algo sólo para poder estar con mi hijo.

Compré un traje de superhéroe para que mi hijo lo usara en el velorio.

Besé su cuerpo una y otra vez mientras lloraba y tocaba cada esquina de su cara helada y sostenía sus pequeñas manos sin vida.

Me acosté sobre su lápida sólo para intentar tomar una última siesta con él. Le hablo a la tierra. A la tierra donde descansa con su cobijita y su traje de Avengers.

Y lo que quiero decir (si has llegado hasta aquí, eres muy paciente y generosa) es esto. Y puedes compartirlo con cualquier mamá que conozcas:

Tal vez acabarse las verduras de la comida no es tan importante como creemos y pueden comer helado de postre. 

Aprende a meterte en su mundo. Aprende a jugar Xbox con ellos. Quiere su hermosa y fugaz inocencia e imaginación. Déjalos creer que son el Capitán América o la reina Elsa. Métete en sus mentes. Mira cómo piensan. Los platos van a seguir ahí.

No desperdicies cada abrazo y beso que te den, incluso los que usan para salirse con la suya. Y de verdad apretújalos.

Detente y mira los bichos, las rocas, las ramas, el atardecer. Baja la velocidad, mamá, bájala.

Diles que los amas. Pero míralos a los ojos y dilo de verdad. Diles que pueden hacer cualquier cosa, cualquier cosa que deseen hacer.

Sí, deben ser responsables pero, a veces, la gracia es la respuesta. Tal vez no terminarán arruinados si pasamos por alto algunas cosas.

Nunca juzgues a otra mamá. No conocemos la historia completa, no la sabemos. 

Ve a abrazar a tus hijos ahora mismo. Empápate de su aroma, mira el inocente brillo en sus ojos. Siente de verdad cómo te abrazan. Deja tu teléfono y míralos a través de tus ojos, y no sólo a través de las fotos de tu teléfono. Recuerda cómo se siente su cabeza en tu hombro, su mano en la tuya, sus besos mojados en tus mejillas. Si son bebés, amamántalos una vez más. Dormir está sobrevalorado. Escucha cinco minutos más de Star Wars, Minecraft y las princesas de Disney.


Mamás, abracen fuerte a sus hijos. Cuán bendecidas son de tener a unos únicos, hermosos, pequeños humanos. Por mi parte, haré lo propio con mi hijo mayor, a quien amo profundamente, con toda mi alma.


De mi corazón al suyo, 

una mamá incompleta

 

Crédito de fotos: iStock

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