Fui vegana por 21 días y esto fue lo que pasó

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Hola, mi nombre es Susana Miyar y fui vegana por 21 días. Vegana, vegana, no “vegana hasta que estoy cruda y se me antoja la barbacoa”. Vegana de checar etiquetas, como lo son las personas que dejan los productos animales por convicción.

 

Y no lo hice yo sola, todo el equipo de Actitudfem nos solidarizamos para dejar de comer animales por tres semanas. Además, alguien en la oficina que sí practica el veganismo de manera permanente nos ayudó a encontrar fuentes de proteína y a balancear nuestros menús.

 

¿Por qué decidimos hacer este reto? Cada uno de nosotros tuvo sus propias razones, y las mías se reducen a que sé que mi alimentación no es la más balanceada, y pensé que el veganismo me ayudaría a llenar mi cuerpo de vitaminas que nunca le doy.

 

Para mí la sorpresa más positiva fue darme cuenta de que podía preparar mucha comida deliciosa por menos dinero, y que las opciones no se terminan (cuando comes en casa). Es curioso, pero tener que cocinar me obligó a comer porciones correctas y a mis horas. En ningún momento extrañé la carne (el queso un poco), y a la fecha sigo tomando leche de soya en lugar de la de vaca.

 

El problema más grande, como era de esperarse, fue comer fuera. Opciones vegetarianas puedes encontrar en casi todos lados, ¿¡pero veganas?! Es el triángulo de las Bermudas de los menús, las opciones desaparecen en cuanto mencionas el veganismo. Caes en el hoyo negro de la desesperación cuando le preguntas a los meseros por sus opciones veganas y te recomiendan las quesadillas. Quieres llorar con frustración si tus amigas piden postre. Un pastel para fulanita, flan para perenganita, ¿y para mí? ¿Tienes fruta picada que me vas a cobrar como si fuera tiramisú? Gracias.

 

Otro gran tema (que nos advirtieron desde el principio) es que tu alimentación se convierte en problema de todos. Llegas a la reunión, no puedes comer nada y te da una terrible flojera tener que explicar que eres vegana porque de inmediato se convierte en tema de discusión. Que si me voy a morir de flaca, que si necesitamos la proteína animal para pensar mejor, que si los doctores recomiendan… ¡Gente! Si las cenas no se convierten en mesas redondas cada vez que alguien prende un cigarro, ¿podemos no discutir mi salud porque opté por comer verduras?

 

En fin, estas tres semanas me ayudaron a hacer muchas cosas, entre ellas perder un poco de peso porque mi dieta regular consiste de mucha pizza, pero además se me quitaron los granitos, me sentía llena de energía y rara vez hinchada.

 

Cuando terminamos el reto me quedé con el propósito de seguir comiendo tantas frutas y verduras como esas semanas, y aunque ya reintegré la carne a mi dieta mi piel se sigue viendo mucho mejor que antes. Es como picarle al botón de reinicio de tu organismo y darte la oportunidad de volver a empezar de una forma más balanceada.

 

¿Se los recomiendo? Sin duda alguna. Es una forma de détox con la que gastas menos, comes menos, te sientes mejor y aprendes a cocinar más. Tal vez te sientas tan bien que decidas convertirlo en tu estilo de vida.

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