Cuando la persona correcta no es para ti

¿Qué pasa cuando conoces a la persona “correcta”, esa de la que todo el mundo te habla, pero resulta que no es el adecuado para ti? Checa la historia de esta chica que nos cuenta qué pasó cuando encontró a esa persona correcta para todos menos para ella.

Hay mucha atracción y deseo de las mujeres hacia el chico malo, tanto que la literatura y los filmes recrean con glamour dicha idea, pero en realidad, ese hombre encantador eventualmente te causará dolor.

Eso no quiere decir que los “niños lindos” estén exentos de causarte dolores de cabeza, pero, ¿quién no ha experimentado el final de una relación con un deseo ardiente de que la próxima persona sea todas las cosas que la anterior no era?

Sin embargo, existe un mantra para reparar un corazón roto, un diálogo que nos repetimos con frecuencia:

...un día, encontrarás a la persona correcta”. Esto dicen las personas para darnos confort. Sí, un día alguien va a ser la correcta, y los vívidos recuerdos de dolor quedarán atrás.

¿Qué pasa cuando encontramos a la persona “correcta”, y las rosas y sonrisas que nos saca nos hacen muy felices, sólo para darnos cuenta, con el tiempo, que irrefutablemente algo nos falta?

Cuando la persona correcta no es la correcta para ti. Ese confuso escenario que nos dice constantemente que tenemos que encontrar al indicado, a una buena persona, pero una vez que conseguimos lo que queríamos, resulta que no es lo que realmente queremos.

Hallaste a la persona correcta, te llama cuando se supone que tiene que hacerlo, cocina porque quiere, escucha Taylor Swift porque tú lo haces y te dice las cosas más lindas.

Entonces aparece esa sensación molesta, esa que vive en tu intestino, esa que comienza a retorcerse hasta que caes en la cuenta de que algo falta. Y sí, por una vez no es él. Eres tú. 

Los sentimientos no se pueden manipular o cambiar, no podemos enamorarnos de alguien sólo porque nos forcemos a hacerlo. De la misma manera que no podemos dejar de amar a alguien cuando tenemos que hacerlo.

Has conocido a la persona “correcta”, esa de la que todo el mundo nos ha hablado, pero resulta que no es el adecuado para ti.

¿Qué está mal en mí?, te cuestionas, como si tuvieras un defecto. Pero una relación se extiende más allá de las cualidades enumeradas en un papel, y no, no hay nada malo en ser honesto y respetar tus sentimientos.

Es valiente, de hecho. La felicidad nunca floreció en medio de una relación mediocre, a pesar de que la otra persona en la ecuación tenga todas las cualidades que potencialmente lo hacen el “correcto”.

Otra parte de tu pensamiento emerge cuando buscas una solución: la decisión de quedarte, por un tiempo, con el fin de evitar herir al otro y aferrarte a la luz de la esperanza de que quizás con el tiempo tus sentimientos cambiarán.

Al hacer esto queremos decir que no está sucediendo nada malo, pero también nos negamos a nosotros mismos la verdad de la situación, y por lo tanto estamos actuando injustamente.

Pocas personas disfrutan las rupturas, pero no tienen por qué ser dolorosas o como una herida de arma blanca en el corazón. 

Puede ser más honesto y liberador. Y sí, mientras más dulce y amable es el otro, más difícil se vuelve la ruptura pero la retención de lo inevitable no lo hará más fácil.

Cuando rompí con la persona “correcta” me quedó una sensación de que yo era el peor ser humano del mundo, y es que me sentía débil al explicar que no había nada malo en él, pero que simplemente no era el correcto para mí.

La cosa es que no hay nada malo en nosotros y que no debí sentirme culpable por no querer permanecer en una relación sólo por culpa a lastimarlo. De hecho, fue la mejor decisión para ambas partes.

Quizás hay un prototipo de persona “adecuada” y es maravillosa, y amable, y es todo lo que pensabas que querías, pero está bien darse cuenta de que sólo porque te trate con respeto no garantiza que sea perfecto para ti.

Vía: Hello Giggles 

Cortesía de imágenes: Pinterest