El amor, como la sopa

El amor, como la sopa
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No sé si llamarlo normal, pero de que pasa, pasa, y seguido. Lo que no es normal es que después de mucho tiempo de experimentar la falta de gusto por tu pareja no hagas nada al respecto.

 

Cirilo lleva una relación de unos cuantos años, no se puede decir que sea una relación larga, sin embargo, tampoco una tan corta como para sacar al amor del tablero de juego.

 

Ahora, después de amarla con todo el corazón y sentir que era la Cirila más atractiva de la historia, ya no es igual. Su cuerpo no le gusta, lo que le provoca problemas profundos a la hora de estar juntos.

 

¿Qué hacer si ya se acudió a un profesional por ayuda? En mi personal punto de vista, cuando no hay más que hacer, entonces se agarran los tiliches y con dos largos y uno corto, se dice adiós.

 

“Pero es que el físico no es lo más importante de una relación, lo importante es que nos llevemos bien, que tengamos cosas en común, que nos queramos”, eso es verdad. No puedes calificar una relación por la situación física que se viva, sin embargo, eso no quiere decir que lo físico no sea parte de ella.

 

Probablemente una sopa perfecta necesite determinados ingredientes: digamos que cebolla, ajo y tomate. ¡Claro que se puede hacer la sopa sin uno de esos tres! No se podría hacer si no tuviera agua, por ejemplo (pensemos en el agua como en el afecto), sin embargo, sin cualquiera de esos tres ingredientes la sopa estaría desabrida, simple. Muy seguramente, cada que tomáramos de esa sopa haríamos mala cara y la sopa de la vecina comenzaría a verse mucho más apetitosa.

 

Eso sí, la opción de tomar sopa desabrida por siempre y darle probaditas a otras sopas por ahí, existe, sólo que no es la ideal.

 

Una relación puede carecer de gusto por la otra persona, puede haber cariño, aprecio, un añejo amor que intenta sostener las esquirlas de lo que queda y mucha lealtad, pero si lo que ves en tu cama todas las noches no te gusta, entonces tienes un grave problema. El matrimonio, como cualquier relación, te debe hacer feliz, no miserable en ningún sentido.

 

En el amor no se claudica a la primera, si no no sería amor, pero se claudica cuando se tiene que claudicar. Se claudica a tiempo para no convertirlo en un viacrucis, no se hace antes para no quedar con remordimientos y tampoco después cuando se viciaron las situaciones.

 

Pero cuando algo tan básico como el gusto por la otra persona falla y revivirlo fue frustrado, entonces no hay de otra: toca terminar. Deja que Cirila encuentre a un buen amor que la vuelva a desear tanto como ella lo merece y tú, Cirilo, deja de sufrir metido en algo que ya no te hace feliz, que no te enciende la piel ni te hace cantar de alegría.

 

No importa si nuestra pareja es gordo, flaco, alto, chaparro, cabezón o patilargo, cuando el elíxir del amor corre por nuestras venas, los ojos se empalagan y lo único que se ve es sensual para los sentidos.

 

Cuando el amor se marcha, deja una sombra que confunde pero no miente. No por dejar de amar se deja de querer y, en nombre de ese amor que alguna vez existió y de ese afecto que promete perdurar por siempre, toca soltarle la mano a esa persona que ya no te llena como te llenaba antes, a ver si así Cupido se encarga, después de sanar las heridas, de regresarles los fuertes latidos al corazón con un nuevo amor.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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