¿Lo extrañas a él o la idea de él?

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El “él” del que hablo es ese hombre con el que tenías una relación o el tipo con el que esperabas tener una. Pero él ya no está en tu vida de la misma manera que antes. Todavía crees, genuinamente, que sientes amor por él, a pesar de que ya no es una parte importante de tu vida por una razón: es un idiota.

 

Te lastimó, probablemente en varias ocasiones. Y sabes muy dentro de tu corazón que no tienes nada que hacer con él en una relación y quizá ni siquiera tener una amistad con ese hombre. Pero aun así lo extrañas mucho, a pesar de que él te hace daño.


Te aferras a los recuerdos, sin importar el hecho de saber que es tiempo de seguir adelante. Lo extrañas más de lo que eres capaz de expresar claramente, piensas en él todo el tiempo y el corazón te duele al pensar que ya no estará cerca.


Claro, el problema de extrañar a alguien con quien has tenido, o tienes, una relación tóxica es que nos empuja a engancharnos de nuevo con esa persona (que es lo último que necesitas).

 

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Pero probablemente ya le hablaste o le mandaste mensajes, más de una vez. Quizá te arrepentiste en cuanto pasó, pero no puedes evitarlo, ¿cierto? Cada pequeño progreso que has conseguido para hacer más grande la distancia entre ustedes desapareció por completo en un segundo.


Si tuvieras la oportunidad, regresarías con él en un instante; esperas que un día, el de la vuelta y admita en voz alta, “Lo arruiné, tú eres lo que necesito en la vida.”
Lo que nos lleva al punto más importante: El hombre al que extrañas tanto, en realidad no existe.


Así es. Ese hombre al que echas tanto de menos, aquel que deseas abrazar de nuevo, el chico por el que tu cuerpo sufre, no es real. Seguro vas a decir, “¡Espera! Yo estaba en una relación muy real, ¿a qué te refieres con que él no existe?”


Lo que extrañas es la idea de él, no quien él fue y es en realidad.

 

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Extrañas la versión del hombre que construiste en tu cabeza. Tú generaste esa versión de él para llenar algo que faltaba. Podría ser la necesidad de resolver tus problemas con otros hombres del pasado. Podría ser una obsesión irreal del “hombre perfecto”. Quizá una obsesión con los hombres que no están disponibles.


Al principio de tu relación de amor o amistad, este chico de alguna manera hizo cosas que tú siempre quisiste o esperaste de un hombre y de alguna forma dijo las cosas correctas; eso fue lo que te confundió en el camino.


Además él fue capaz de evitar hacer cosas que otros hombres hicieron en tu pasado y que terminaron lastimándote. Y en cuento fuiste testigo de ese “buen comportamiento”, te aferraste a él. Checamos la lista; este chico puede ser “el chico”. Ignoraste todo lo malo y te colgaste de la fantasía romántica que él te proporcionó.


Todas esas características positivas fueron agrupadas para crear la imagen de ese hombre, que en realidad no es tan bueno o por lo menos no lo hacen tu hombre ideal. Es esa versión armada de él lo que te duele, lo que te hace sentir mal. Es la versión que en realidad extrañas. La versión que te hace preguntarte si volverás a encontrar un hombre como él. No puedes imaginar a otro chico así, con todas esas cualidades únicas.

 

La creación/idea con la que creíste estar, ese tipo al que extrañas tanto en realidad te trataba muy mal, te hacía llorar, sentirte sola. Pero no piensas mucho en esos momentos horribles cuando te acuerdas de él, ¿verdad?


Aquello que extrañas no involucra lo negativo. Al contrario, es acerca de lo idílico. Se trata de los pequeños momentos que fueron maravillosos a su lado; puedes cerrar los ojos y regresar a ellos, sentirte increíblemente feliz y luego increíblemente triste.

 

Cuando debes de tener presente las situaciones más difíciles de tu relación, eliges el lado contrario. El hombre que lograste crear, que no existe en verdad, aparece de repente. Está sonriendo, te hace sentir especial, es el ser humano que te hace sentir invencible. “La idea” de él regresa con fuerza y te hace retroceder en tu proceso para olvidarlo.


Las noches son lo peor, ¿cierto? La ansiedad alcanza su punto más alto. Parece que nada es capaz de tranquilizar tu frustración, tu ira y tu sentimiento de pérdida. Estar sola es doloroso, aun en compañía de tus amigos más cercanos.


Y cualquier cosita es suficiente para que quieras aventar algo contra la pared mientras piensas “¿Por qué no puedo dejarlo ir? ¿Por qué no puedo seguir adelante? ¿Por qué lo sigo extrañando? ¿Por qué este sentimiento no desaparece?”


No vas a dejar de “extrañarlo” hasta que reconozcas que él realmente nunca estuvo ahí.


Él fue sólo un fantasma.

 


(via: The Current Conscience)

 

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