La Culpa es Mía

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Todo el mundo culpa a otras personas por lo que debería ser nuestra propia responsabilidad.


No señor. No es culpa de nadie que tu vida sea de tal o cual forma. Ni tus padres ni tus maestros ni tu marido ni tus hijos son los culpables de que tu destino tome determinados rumbos. La culpa es tuya y de nadie más que tuya, que, en pleno uso de tus facultades, tomaste decisiones que te llevaron hasta donde estás.


Es muy fácil adjudicarle la culpa a alguien más de lo que te pasa. Claro, si yo me lavo las manos de la responsabilidad que me pertenece, por lo menos puedo odiar a alguien más y no a mí mismo. Odiarme a mí mismo va en contra del bendito ego que me habita, mejor odiar al de al lado, quien seguramente se confabuló para que mi desgracia se materializara.


No, no es culpa de tu madre que tu matrimonio se acabara. No importa si tu madre metió su nariz en él o le dijo a tu marido que era un tal por cual. No importa si a tu madre nunca le cayó bien tu marido y se empeñó en hacerte la vida imposible. No, no es culpa de tu madre, es culpa tuya que le permitiste a tu madre tener esos alcances. Es culpa tuya que por cobardía no pusiste los puntos sobre las íes.


No, no es culpa de tus hijos la vida que llevas. No les entregaste tu juventud sin opción. La entregaste porque querías hijos. Porque tomaste la decisión, tú y nadie más que tú, de traerlos a este mundo y velar por ellos. Así que no, no es culpa de tus hijos, es tuya, que aceptó ese paquete desde que aceptaste ser madre.


Todo lo que nos pasa es culpa nuestra.


No es culpa de tu marido que tú seas infeliz. No es culpa de que llegue tarde o sea un borracho. Es culpa tuya por permitirte soportar lo que no quieres estar soportando.


No es culpa de Cirilo la depresión que ahora te cargas, no es culpa de él que no te supo valorar, es culpa tuya que no desertaste a una relación en la que no te valoraron. No es culpa de él que no vio la mujer que tú eres, es culpa tuya por andar desgastando esfuerzos estériles en convencer a alguien de “cuánto vales”.


Y así se puede ir uno caso por caso, vida por vida, analizando las culpabilidades que achacamos con tal de no tomar responsabilidad por lo que sucede en nuestra vida.


Una vez más: es más fácil culpar a alguien que culparnos nosotros mismos. Es más fácil odiar a alguien que odiarnos nosotros mismos. Total, sin alguien más podríamos vivir, pero con nosotros mismos es imposible vivir diariamente y odiarnos al mismo tiempo.


Así que no, no creo en quien comienza una historia diciendo que lo que le sucede es culpa de alguien más: de su madre por no ser la madre que esperaba, de su hermana por ser de tal o cual forma, de su amigo por tomar tal o cual decisión, de su jefe por presionarlo, de su subordinado por perezoso, del taxista por atravesado, del vecino por apestoso… nada, nada de eso es verdad, todos son argumentos cobardes que el ego encuentra con tal de no permitirnos encontrar la plenitud en la responsabilidad propia.


¿Quieres crecer? Hazte cargo de tu vida. Toma tus propias decisiones y prepárate para enfrentar sus consecuencias. Abraza esas consecuencias, aprende de ellas y aplícalas en el camino. ¿Te fallaron? Encuentra cuál fue tu responsabilidad en ese hecho y asúmelo, a ver si así dejas de vivir una vida en la que no paras de repetir patrones y le das chance a tu alma de vibrar en una nueva sintonía.


No, nada de lo que te pase es culpa de nadie más que tuya y hasta que no comprendas eso no dejarás de dar vueltas sobre el mismo eje.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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