La diversión es más importante que el sexo

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Cuando era más joven y se trataba de relaciones lo que más me importaba era el sexo (asumo que esto no le sorprende a nadie). Definitivamente tuve relaciones significativas, pero al mismo tiempo el sexo regía mis preferencias. 

 

Conforme crecí, relativamente el sexo se convirtió en algo con menos importancia mientras que otras cualidades aumentaron la suya. Esperaba de mis relaciones algo más allá de lo que el aspecto físico me proporcionaba. Ahora que estoy en lo último de mis 20, una de las cualidades más importantes que busco en alguien es que sea divertida.


“Divertida” para mí es cierto je ne sais quoi. Es difícil de describir, pero al igual que Justice Holmes explicó la pornografía, es algo que sabré cuando lo vea. Supongo que podrías decir que ser divertido es un conjunto de otras cualidades: cierta espontaneidad, la habilidad de reírse de ella misma o de mí, la habilidad de ser feliz de ir ganando en la noche de trivia conmigo y mis amigos o de pasar la tarde viendo la tele.

 

Básicamente, alguien divertido, en mi opinión, es alguien que puede disfrutar en cualquier situación porque se preocupa más de las personas que la acompañan que de lo que está haciendo.


Siempre busqué salir con mujeres divertidas pero no fue hasta hace un año, después de salir con La Doctora, que me di cuenta que esta cualidad no era negociable. Nos conocimos por un amigo en común y parecía ser una mujer que realmente me podría gustar: había viajado, era bonita, en su vocabulario diario usaba términos como “mercería” y “payasadas”.

 

 

Lo más importante, La Doctora es súper inteligente y parecía que podíamos ser geek juntos. Verán, soy muy nerd. Pocas cosas me parecen más interesantes que la teoría física, la ley constitucional o la economía. Leo diarios académicos y las opiniones de la corte por diversión. Dada mi inclinación por las cosas ñoñas, siempre sentí la necesidad de estar con alguien que fuera igual de extraño… mmm… ñoño. 


El primer par de citas con La Doctora estuvieron increíbles; pasamos un buen tiempo platicando de cosas nerd que ambos disfrutamos. Pero después de la quinta cita, cuando las cosas empiezan a parecer más serias, me di cuenta que me estaba acercando al horizonte de una catástrofe nerd con La Doctora.

 

Para aquellos que no adoran a Neil deGrasse Tyson, el horizonte de eventos es el borde de un hoyo negro por el que una vez que hayas pasada, nada, ni siquiera la luz, puede escapar. Y eso es lo que sucedía –no había un balance entre la diversión y lo nerd. Traté de corregirlo sugiriéndole a La Doctora que saliéramos con amigos, pero no sirvió de nada.


¿Disfrutaba de nuestras pláticas? Claro. Pero no había nada más. Aunque disfrutábamos siendo nerds juntos, faltaba un poco de espontaneidad. Era muy raro que saliéramos. Nunca jugábamos a nada. Los trips random para ir por comida diferente nunca pasaban. Eventualmente, terminé las cosas.


Lo que aprendí de esta breve relación fue a valorar lo “divertido” sobre la inteligencia y aun, sobre el sexo. No es porque me sienta intimidado por una mujer inteligente; al contrario,  creo que las mujeres inteligentes son muy sexies. Pero busco balancear mi tendencia natural de quedarme en casa a leer El Economista con una noche de salir con mis amigos. La vida se pone muy seria y de cualquier otra forma me aburro.


Quiero estar con alguien que se apunte a un viaje sorpresa el fin de semana o a bailar salsa en jueves, alguien que se divierta haciendo cualquier cosa porque disfruta de las personas con las que está. Alguien que entienda que el viaje es, de muchas formas, igual de importante que el destino.


Sólo quiero divertirme


(via: The Frisky)

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