La hipótesis de la fórmula

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Muchas veces me he preguntado cuál es la fórmula exacta para ser feliz en una relación. A veces el amor no es suficiente, o eso pareciera.

 

Cuántas parejas dicen amarse hasta el tuétano, pero no pueden pasar más de dos horas juntos porque comienzan los sombrerazos. Cuántas parejas aseguran no poderse dejar el uno al otro, pero cuando están juntos no se hacen más que daño.

 

Y entonces vuelve la pregunta: si el amor no es suficiente, ¿qué es lo que se necesita exactamente? No lo sé… sigo sin saberlo, espero algún día poder decir: a/b=c, y colocar los factores inexorables para obtener “felicidad total y absoluta” en la c.

 

Sin embargo, en mi desesperada búsqueda por el ajeno y el autoanálisis, he llegado a una conclusión que, si bien puede no ser la fórmula infalible, estoy segura de que sí es un buen acercamiento hacia la plenitud del amor.

 

Un hombre necesita proveer. En el momento que le quitamos esa —llámese capacidad cósmica para con su hembra—, lo acabamos. Le quitamos los testículos y los apretamos en nuestra mano hasta volverlos polvo.

 

Pero lo que es cierto es que no nos podemos quedar en la superficialidad del suministro de enseres necesarios para la vida. Hoy en día, son muchas las familias en las que las mujeres proveen para el hogar, eso no está mal, pero, la provisión de felicidad, esa no se la podemos, no se la debemos, nunca, arrancar.

 

Un hombre quiere hacer feliz a su mujer, es parte de su hombría: satisfacerla, no sólo sexualmente sino en todos los planos posibles.

 

Una mujer feliz es equivalente a un hombre feliz. ¿Será esa la fórmula? Mujer feliz= hombre feliz. A lo mejor lo que tenemos que hacer es dejarnos de dividir y comenzar a igualarnos, pero con el corazón.

 

Una mujer que no está satisfecha con lo que su hombre le provee convierte a su Cirilo en un ser frustrado, lo cual transforma su relación en un círculo de frustraciones de las cuales no se sabe cuál fue primero que la otra; como el huevo y la gallina.

 

Así que, Cirilas que buscan la felicidad, procuren encontrar el amor en un hombre que auténtica y honestamente las haga felices, les dé paz, tranquilidad, seguridad y muchas sonrisas, un hombre que las inspire, que las lleve a convertirse en la mejor versión de ustedes mismas.

 

Un hombre que las haga llorar de emoción, que las trate como princesas, que comprenda sus ciclos hormonales. Un hombre que aprecie, respete y dignifique al sexo femenino en general.

 

Busquen un hombre, un hombre de verdad, como bien me lo aconsejó mi padre hace unos cuantos años cuando mis rumbos estaban un tanto perdidos en la búsqueda, sin éxito, del amor.  Busquen a un macho bien macho, pero no en el mal sentido, sino en el bueno. Porque un macho bien hombre no solamente querrá proveer comida a la mesa o dinero a una cuenta de banco, sino felicidad a su mujer.

 

A medida que uno es feliz, a medida que uno expira esa alegría de lo que la vida les regala, uno será más capaz de hacer feliz a ese hombre, de tomarlo de la mano guiarlo por el camino de la plenitud romántica, espiritual y vivencial.

 

Sean felices, mujeres, para que así, su hombre, pueda ser feliz.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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