Levanta la mano si has usado una app para citas

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Antes de que fuera lo suficientemente grande para tener citas, veía como las personas se enamoraban en tiempo real.

 

Vi cómo se conocían, por casualidad o por medio de un amigo y la manera en que aprendían detalles íntimos el uno del otro a través de incontables horas de conversaciones sin ensayar y el sincero desenredo de aprender las peculiaridades de cada uno.

 

Cuando tuve la edad suficiente para coquetear con la idea de las citas, vi como las personas se enamoraban en línea. Escuché a las personas hablar sobre cómo escribían sus perfiles y seleccionaban las fotos más perfectas, y seriamente filtradas, de ellas mismas. Vi cómo se enamoraban de la idea de alguien antes de que siquiera, en realidad, tuvieran la oportunidad de conocerlos en persona. Y cuando lo hacían, si lo hacían, era como si tuvieran que comenzar desde cero porque cualquier ventaja que creyeron tener de leer con cuidado un perfil cuidadosamente construido, era sólo una fracción de quienes eran en realidad.

 

Y ahora, cuando ya estoy en la edad donde todos mis amigos terminaron con las citas y se están casando, veo como las personas se enamoran al presionar o deslizar un botón en su teléfono. En apps de citas que se sienten más como un juego adictivo que como una oportunidad de encontrar el amor verdadero.

 

Casi todos los días escucho susurros de una nueva app o web de citas. Ya sea por parte de un amigo que está cansando de escuchar mis quejas por estar soltera o por un artículo con el que me topé. La tendencia que he comenzado a notar cada vez que descargo una de estas apps o que me inscribo a un nuevo sitio, es que me preguntan menos y menos sobre quién soy y más y más sobre cómo me veo.

 

Se están convirtiendo en personas orientadas por la imagen y menos por las palabras. Los días sobre escribir de ti en 150 caracteres o menos se han reducido a elegir tus fotos más atractivas y si te parece, ofrecer un lema con 150 caracteres que seguramente no le atraerá a muchos.

 

Las citas, ahora, se parecen más a los estatus de nuestras cuentas en redes sociales.

 

¿Eso es algo malo?

 

Pasamos mucho de nuestro tiempo libre (o en el trabajo) buscando en las páginas de las redes sociales y posteando algunas de las fotos y hechos más personales acerca de quiénes somos y aquello en lo que desesperadamente deseamos convertirnos.

 

 

Muy seguido siento que aprendo más de las personas en Twitter o Instagram de lo que lo haría si estuviéramos sentados uno al lado de otro. ¿Entonces deberíamos sorprendernos? o más importante, ¿sentirnos decepcionados de que todos estos nuevos sitios y apps de citas sean parecidos a nuestras redes sociales favoritas?


¿Deberíamos detenernos por un momento para analizar qué significa para la calidad de nuestra vida amorosa y la manera en que decidimos a quién nos interesa conocer en la vida real?


La respuesta es sí.


La respuesta es absolutamente sí, antes de que sea muy tarde. Antes de que la manera más popular, la única manera, en que podamos conocer a alguien es juzgando una sola fotografía. Antes de que nuestra personalidad, nuestras historias, nuestros sueños más locos y aquellas pequeños detalles que nos hacen diferentes de las personas a nuestro alrededor, se pongan en una esquina y dejen de tener importancia cuando se trata de elegir a la persona con la que pasaremos el resto de nuestras vidas.


No podemos dejar que pase. Sin importar lo visualmente atractivo y emocionante que se puedan convertir estas apps y sitios web.


¿Están de acuerdo? Las reto a dejar sus comentarios.

 


(via: Thought Catalog)
 

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