Los amantes que no logramos superar

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Ellos son los que decimos nos afectaron de alguna manera cósmica. Ellos fueron los pequeños milagros que nos demostraron que valía la pena aferrarse a la esperanza. Desenvolvieron la forma en que soñábamos con ellos cuando éramos niños. Entre más nos acercábamos y entre mejor conocíamos las cosas que no cuadraban con la imagen que teníamos en mente, más aprendíamos (compulsivamente) a vivir con sus defectos. Mucho mejor que tener que vivir sin ellos.

 

Lo que, como eventualmente descubriste, es la primera bandera roja que te dice que así será.


Tú eventualmente tendrás que aprender a vivir sin ellos.


Pasas por el ciclo del duelo. Negocias, te preguntas qué es lo que tienes que cambiar. Cuestionas el tiempo y criticas las promesas que la divinidad te repartió. Llegas a la realización final de que existen un montón de razones por las que el amor fracasa y muy pocas tienen que ver con ustedes se amaran o no.

 

También los ves en todos lados. Se convierten en las personas que tus amigos parecen no poder dejar. Aquellos de los que has escuchado un millón de veces, de los que tú quieres gritar, para decir que nunca te amaron y que por amor de Dios paren de una maldita vez y lo superen. Pero eso parece cruel, mezquino y poco comprensivo (porque, después de todo, fueron amigos primero, sin importar lo ciega que estuvieras cuando se trata del amor); así que te tragas cada crítica y te recuerdas que también estuviste ahí. Porque todos hemos estado ahí.


Siempre hay esa persona con las que nos gusta jugar a “¿y si…?”. Y si hubiera cambiado por ellos, y si me hubieran amado más, y si se hubieran quedado. ¿Y si hubieras hecho todo lo que ellos querían –el ahora en vez del por siempre- habría cambiado su manera de pensar y se darían cuenta de que siempre te quisieron a ti, para siempre y por siempre?


Estos son los amantes que no logramos superar, aquellos que conservamos en nuestra agenda y guardamos en nuestros contactos, aun cuando sabemos que no debemos. Los mensajes que dudamos en responder, las conversaciones que iniciamos porque extrañamos el sonido de su voz, aun cuando sabemos que sólo tenemos la mitad de su atención.

 

 

Pero aun así, la mitad es suficiente para tener esperanza y no podemos evitar pensar que tal vez en esta ocasión ellos se van a enamorar de regreso, aun cuando sabemos que no deberíamos. Aun cuando muy en el fondo sabemos que si se pudiera, ya habría pasado. Así que no es así.

 

Y entonces nos sentamos y nos preguntamos, ¿qué tal que ellos tampoco han superado al amante que también los dejó? ¿Qué tal que están jugando lo mismo con alguien más y cada quien está atorado con otra persona, que a su vez está atrapado con alguien más? A veces la vida se siente así, como un gran juego de dominó donde sólo esperamos a que nos tiren.

 

Todo tiene una reacción y a veces conoces a alguien y no puedes evitar pensar en quién lo obtuvo primero, quién destrozó su corazón y por qué lo quieren dejar todo torcido. Y sin importar lo mucho que quieras arreglarlo, a veces sanar esas heridas no es algo que te corresponda. Y nunca lo será.


Pero pensar que alguien te importa no sólo NO te necesita como tú lo necesitas desesperadamente, sino que tampoco te quiere cerca, es algo que duele. Y todo lo que en realidad deseamos es que nos quieran de regreso.


Así que debes lamerte las heridas y borrar su teléfono y distraerte con otras personas –personas que se preguntarán quién te obtuvo primero y cómo es que tu corazón está destrozado y por qué sólo das la mitad de ti cuando serían muy afortunados de tenerte completa. (Decirles que tu otra mitad se le dio hace mucho tiempo a alguien más y que no la tendrás de regreso, es algo muy cruel).


Pero vas a su lado, con la corriente, y te recuerdas que de verdad, las personas que no logramos superar por lo general son poco más que ideas de lo que pensábamos que queríamos en ese momento. Y aunque el corazón quiere lo que el corazón quiere, a veces no lo sabe todo.

 

A veces debes ser racional y forzar a “los hubieras” fuera de tu vida, porque darles una oportunidad más y una semana más y rehusarte a superarlo, no significa que alguna vez vayan a regresar.


(via: Thought Catalog)

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