4 mitos que antes se creían de la sexualidad femenina…

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Afortunadamente me tocó vivir en plena revolución sexual femenina… Afortunadamente existió Cosmo y Sex & and the City y ahora es perfectamente normal pedir orgasmos placenteros y estar a cargo de nuestra sexualidad.


Afortunadamente porque no me imagino cómo podría vivir mi vida si hubiera nacido antes de 1960, allá en un tiempo en el que se creía que todas estas cosas eran ciertas:


1. Que la mujer está hecha para la monogamia


Durante cientos de años se pensó que las mujeres éramos monógamas por naturaleza mientras que las infidelidades de los hombres eran justificadas por la misma causa.


Hoy sabemos que esto está muy lejos de la verdad… En un estudio realizado en 2006 en Alemania se descubrió que las mujeres se aburren sexualmente antes que los hombres cuando están en relaciones monógamas. Esto no significa que actúen en consecuencia… solo prueba que tanto hombres como mujeres pueden aburrirse cuando están mucho tiempo con una sola persona demostrando que la fidelidad no tiene que ver con el género.

 


2. Que los hombres son los que más quieren sexo


Esto también lo hemos pensado durante años… Claramente ahora sabemos que esto tiene que ver con la libido de cada persona, sus hábitos sexuales, su situación sentimental entre muchas otras cosas pero no con el hecho de ser mujer u hombre.


En nuestra sociedad machista, sin embargo, sigue siendo mal visto que una mujer persiga estos instintos. A todas nos educaron para esperar que fuera el hombre el que se acercara, fuera para ligar como para pedirte matrimonio, son los hombres los que deben mostrar interés primero pero esto no quiere decir que las mujeres no lo tengamos, sólo vivimos reprimiéndolo por las convenciones sociales.


3. Que las mujeres necesitamos horas de foreplay


En promedio un hombre necesita 90 segundos de foreplay y un simple estímulo erótico para conseguir una erección. En teoría una mujer necesita mucho más que un pequeño estímulo y muchos minutos de estimulación previa a una penetración. En teoría…


Sin embargo, investigadores de la Universidad McGill encontraron que hombres y mujeres se excitan a la misma velocidad y que ambos sexos necesitan en promedio 10 minutos para estar 100% excitados viendo, por ejemplo, pornografía.


Este mito del foreplay está relacionado con la llegada del orgasmo, durante años se pensó que los hombres podían terminar mucho más rápido que las mujeres y que para nosotras tomaba horas alcanzar el orgasmo.


Esto, ahora que tenemos mucha más libertad sexual y que la comunidad LGBT también entra en los estudios y estadísticas, quedó por los suelos porque los encuentros entre mujer y mujer tienen el mismo tiempo de clímax que un hombre. Entonces sí tardamos más en llegar al orgasmo que ellos cuando tenemos encuentros heterosexuales, pero no por una cuestión biológica.


Supongo que esto se debe a que, por cultura, priorizamos las relaciones pene/vagina permitiendo que ellos terminen antes y olvidamos la estimulación clitoriana que es la que más orgasmos garantiza.


4. Que las mujeres nos enamoramos cuando tenemos sexo


También durante años hubo una creencia que relacionaba los orgasmos femeninos con el amor… Se pensaba que las mujeres no podíamos tener sexo sin enamorarnos o sin involucrar sentimientos mientras que los hombres podían hacer el amor sin sentir nada.


Estaba tan permeada esta creencia que incluso mujeres de ciencia como Lou Andreas Salomé decidió permanecer virgen hasta muy avanzada edad por miedo a perder el control sobre su cabeza si entregaba su cuerpo a un hombre.

 

 

Ahora sabemos que, si bien existe una corelación entre expectativas, emociones, sentimientos y sexo, no dependen unas cosas de las otras. Vamos de vuelta, ahora sabemos que no es cuestión de género sino de personalidad y de situaciones… Sabemos que las mujeres tenemos la capacidad física de tener sexo sin sentir nada por la otra persona de la misma manera que los hombres tienen la capacidad emocional de enamorarse de una después de hacer el amor.


Lo que queda muy claro es que el sexo no hace que nadie se enamore, por muy bueno que sea, el amor no vive ni en el pene ni en la vagina sino en la cabeza de sus dueños.

 

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