¿Quién entiende a las Cirilas?

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Y les vuelvo a preguntar, Cirilos del planeta de no entiendo nada, si ya saben que cuando nosotras decimos algo, lo que verdaderamente significa es otra cosa, ¿por qué razón, motivo o circunstancia no comienzan a darle la vuelta al cuento?

 

Caso de estudio:

 

Cirilo quiere reconquistar a Cirila. Se encuentra en una ardua batalla de “vuelve, por favor, muero sin ti, me voy a vivir a la Conchinchina sólo por ti”. De hecho, ya la fue a “intentar convencer” casi a la Conchinchina en donde ella vive. Entonces, un viaje de negocios la hace desplazarse de este lado del charco y él le pregunta si quiere que la vaya a ver. Ella, mujer irrefutable que es, le dice que no, gracias. Él, hombre irrefutable que es, le hace caso.

 

Ella, nuevamente hace uso de su feminidad y le reclama “por qué no me caíste de sorpresa, ni siquiera unas flores ni nada —¡qué bárbaro!—”. Él hace uso de su arraigada masculinidad y le responde “¡porque me dijiste que no! —¡pinche loca!—”, ella saca su lanza de estocada final y, sin decir agua va, puntualiza: “Cuando uno está luchando por alguien, hace todo, hasta cuando le dicen que NO”. ¡Tome chango su banana! —me reservo los comentarios—.

 

Y no puedo más que levantarme y darle un merecido aplauso a Cirila quien, por fin, en un caso tan simple, explica lo que la esencia femenina es: nunca escuches a una mujer en estos casos.

 

Punto importante: Cirilo, ahora agobiado, ya no sabe qué hacer además de jalarse los pelos de la nariz (que se supone que son los más largos del cuerpo…) mientras que debería estar saltando de felicidad. “¡Ay, pero quién las entiende, Annita, qué no viste lo que está pasando!”, exclamaría Cirilo.

 

Por eso, mi querido y bien despistado Cirilo, una mujer que hace un reclamo de esa envergadura no es más que una mujer enamorada. (Fanfarrias, gracias).

 

Y es que no entiendo por qué si los hombres aseguran que nadie nos entiende, que cuando decimos no es sí y viceversa, que darnos opciones es la peor idea de la historia, siguen funcionando como si no lo supieran.

 

¡Pero por amor al divino Baby! Si a nosotras no nos entiende nadie, a ustedes tampoco es que les funcione la tatema muy bien que digamos.

 

A ver, mi querido Cirilo del planeta de yo–no–fui, si usted está conquistando a una dama lo único que tiene que ser es sensato. Si esa mujer lo batea de tal forma que ya ni le contesta el teléfono y se muda de país, pues comprenda, usted, el mensaje, pero si Cirila anda dando atole con el dedo, no le pregunte qué paso tomar como el siguiente para su conquista, ¡hágalo!

 

No le pregunte: “¿Te puedo llevar flores?”, y luego se escude en que a muchas mujeres no les gustan. Le aseguro que 98% de las que dicen que no les gustan las flores, mienten, y el otro 2% no se disgusta si se las llevan.

 

Si parte de su conquista es ir a caerle a algún lugar lejano al mejor estilo película de Julia Roberts, ¡hágalo! Es más, si puede perseguirla por un aeropuerto, ¡mejor!, asegure su conquista, no sea pepino. Pero no se ponga a preguntarle y peor aún, ¡a hacerle caso!

 

Sea hombre, licenciado, y actúe según sus instintos que por algo tienen voz del ultratumba femenina: las mujeres siempre terminamos teniendo la razón.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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