Saboteando ando

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Ayer me puse a recordar mis épocas de soltería. No lo hago con nostalgia, lo hago con sonrisas.

 

La recuerdo constantemente, porque fue una etapa en la que aprendí tantas cosas, pero el aprendizaje que más atesoro es cuando supe gobernarme, cuando entendí que era yo la principal enemiga de mí misma, cuando pude ver que si no encontraba el verdadero amor, no era porque se hubieran acabado los buenos hombres, sino porque no estaba mirando con los correctos ojos.

 

Probablemente ése fue mi último aprendizaje de soltera, irónicamente lo último que intenté sabotear, sin darme cuenta, fue mi joven relación con mi esposo que en ese momento era mi nuevo novio.

 

Pude salirme de mí y ver que mi pánico a que me rompieran el corazón hacía de las suyas alejando a quien, para ese momento, ya quería y confinándolo a dejarme para entonces, otra vez, encontrarme con el corazón hecho pedazos.

 

No, no era que en mi pasado los hombres me hubieran hecho sufrir, era yo quien me hacía sufrir a mí misma. Era yo quien con tontas especulaciones sobre ellos y sobre mí, me llevaba al vacío inmenso del desamor.

 

Y recordé tantas veces que sufrí a lo idiota, saboteando mi propia felicidad por alguien que escasamente conocía. Recordé aquellas seudorrelaciones en las que el corazón no estaba involucrado ni de lejos, pero que yo, con mi ánimo de hacerme sufrir, lo involucraba a punta de cuestionamientos: ¿por qué no me llama?, ¿no soy suficiente?, ¿qué problema hay conmigo? ¡Y qué carajos importaba, si ni siquiera yo sabía si aquel Cirilo me interesaba de verdad!

 

Maldito ego que se mete en donde no lo llaman y que se endilga envestiduras de juez y parte, obligándonos a tergiversar los pensamientos y hasta sentimientos, con tal de sumarle un drama más al ábaco de relaciones fallidas.

 

No volvería mis pasos atrás, lo vivido es lo que me hace quien hoy soy, pero estoy segura que de haber sabido, entonces, lo que hoy sé, tendría más lágrimas de reserva y menos lágrimas mal gastadas.

 

Si tan sólo hubiera sabido que nada es personal, que Cirilo nunca quiso hacerme sufrir, simplemente no se sintió con ganas de llamar, así como algún día yo no me sentí con ganas de salir con alguien. Si tan sólo le hubiera restado, un poquito, el drama a la conquista del amor, no tendría el corazón lleno de cicatrices insensatas.

 

Y tanta saboteadera de mi propia felicidad y tranquilidad emocional, me llevó a sabotearme a grandes esferas: a lastimar buenos hombres que me habrían podido hacer feliz, a no mirar a quienes para mí no tenían atractivo por cualquier insensata tontería, y casi, casi, muy cerca la bala, de sabotear mi gran amor.

 

Dicen que lo tuyo es tuyo y nadie te lo quita, yo, por mi lado, creo que lo tuyo es tuyo cuando lo cuidas, cuando lo fomentas, cuando lo aceptas con amor y le das de beber un sentimiento. Si te lo quitan hay dos opciones: o no era tuyo o sí, te lo dejaste arrebatar.

 

Igual, no importa por los caminos que la vida nos lleve, eventualmente de tanto sabotear es que uno llega a la bifurcación en donde no queda de otra más que entregar el corazón, así, hecho pomada, con la pura esperanza de que esta vez no sabotees su restauración.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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