Sin eyaculación no hay orgasmo #NOT

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Mucho se ha oído decir que un hombre que tiene sexo con mil mujeres y no se compromete en ninguna relación duradera, experimenta, más temprano que tarde, un gran vacío interno.

 

Según el tantra, técnica de meditación por medio del sexo, los hombres no deberían de eyacular más de una vez la mes, esto con el fin de guardar toda la energía sexual y convertirla en dinamismo físico y espiritual.

 

No, no se trata de únicamente tener sexo una vez al mes, sino de eyacular una vez al mes. ¿Y qué es el sexo sin eyaculación?, pensarán muchos hombres que no conciben un orgasmo sin la gratificación de “llegar”.

 

Resulta que la eyaculación y el orgasmo masculino, aunque pareciera que vienen de la mano, no es así. Cada hombre guarda dentro de sí la capacidad de experimentar un orgasmo sin la necesidad de desperdiciar su líquido seminal.

 

Este líquido seminal, según los practicantes del sexo tántrico, es sagrado para el cuerpo masculino y debe de ser entregado muchas menos veces de las que nuestras culturas occidentales nos han hecho creer. De allí que nuestras sociedades padezcan a gran escala impotencia y disfunción eréctil.

 

“Se necesitan mil gotas de semen para crear una gota de sangre y mil gotas de sangre para liberar una gota de semen”.

 

Para este momento muchos hombres bien podrían estarse tirando al suelo a carcajadas. Probablemente tengan razón, pero probablemente no.

 

El sexo se ha desmitificado, incluso estoy llegando a pensar que tanto mujeres como hombres, con esto de la liberación sexual, comenzamos a verlo más como una función fisiológica y dejamos a un lado su lado energético.

 

Una de las expresiones más puras de meditación, sea en una mujer o en un varón, es el orgasmo. El manejo correcto de las energías masculina y femenina nos pueden llevar a tener relaciones mucho más placenteras y a experimentar la conocida multiorgasmia que muchas mujeres sólo conocen como si fuera una leyenda urbana.

 

Como todo lo que le sucede hoy en día a la humanidad, el sexo no ha sido la excepción: insisto, perdimos los rituales. Olvidamos en el cajón del placer al alcance lo que el sexo pudiera llegar a ser si volviéramos a ver nuestro cuerpo como un santuario y la entrega de éste como algo importante y no como algo casual.

 

El One–night–stand se ha convertido en moda y pocos son los que honestamente pueden decir que nunca lo han experimentado: sexo por sexo, por placer, al calor de la calentura, con alguien de quien  ni siquiera conoce su apellido.

 

Todas estas prácticas sexuales mal enfocadas nos van drenando de esa energía vital que pudiera significar el sexo en nuestras vidas, generando un gran vacío.

 

Ese vacío que muchos hombres experimentan y que con la llegada del siglo XXI y la liberación sexual mal entendida, también se convierte en padecimiento crónico femenino.

 

Vuelvo e insisto: si volviéramos a la importancia de los rituales que antes acompañaban casi todas las necesidades fisiológicas del ser humano, nuestra vida sería completamente distinta.

 

Retomar el misticismo por la vida, el significado de cada momento que vivimos, el tiempo para evaluar lo que queremos en este paso por el mundo terrenal, es lo único que nos llevará a tener un mejor equilibrio libre de vacíos que nos hagan tropezar.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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