Tu novio te engañó conmigo y no es tu culpa

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Tu novio te engañó conmigo, y contrario a la creencia popular, no fue tu culpa. Nuestro romance comenzó cuando empezamos a trabajar juntos en la universidad. Teníamos los mismos horarios y el mismo jefe, era inevitable que naciera una especie de relación. Pero te juro que nunca quise ir tan lejos. Él me convenció de que los dos se estaban distanciando, semanas antes del eventual beso robado y los intensos momentos en la oficina.


Y no fue tu culpa que se distanciaran –tú trabajas de noche, algo en lo que insististe en hacer a pesar de su discusión sobre que no te iba a ver nunca. Él tenía razón, o eso pensé; era tu culpa. Debiste haber sido más considerada, debiste cambiar tus horarios para acomodar a alguien que supuestamente amabas tanto. ¿Cierto?


Pero conforme pasó el tiempo fui capaz de reflexionar y darme cuenta de lo tonta que había sido. Eras tú la que tenía que pagar la renta –no él, que vivía con sus padres. Obviamente trabajabas en la noche –los turnos nocturnos pagan mejor, ¿cómo podías desaprovecharlo? Y fue ahí cuando me di cuenta: a pesar de sus mejores esfuerzos para convencerme de lo contrario, él te estaba engañando, y definitivamente nada de eso era tu culpa. 

 

Él solía quejarte de que siempre estabas de mal humor, empezando peleas constantemente sólo para discutir. Y por un tiempo le creí. Pero después de unos meses de nuestra relación prohibida entendí el verdadero cretino que podía ser. Él me advirtió de esto pero yo sólo me reí.


Sentí que me la pasaba caminando con cuidado cerca de él -¿qué lo iba a hacer enojar esta vez? Me di cuenta que era él quien comenzaba las peleas sólo por que sí. Me encontré en una constante batalla entre tratar de complacerlo aun cuando eso me hacía infeliz. Estoy segura de que tú lo hiciste también.

 


Pero quizá eres más fuerte que yo. Tal vez en vez de acostarte y darle todo para obtener su aprobación y así te diste tu lugar. No estabas enojada, sólo tratabas de lidiar con sus cambios de humor. Eventualmente nuestro romance estrictamente de oficina migró del ambiente laboral a mi casa.


Fue cuando las cosas se pusieron muy serias. Él juraba que ya nunca te veía y no “era como si siguieran durmiendo juntos”. Tal vez eso era verdad, pero supongo que nunca sabré la verdad.  Aunque fuera verdad, no fue tu culpa.


Y sin embargo, a pesar de todo, yo lo seguía amando. Estaba completamente loca por él; por la manera en que me hacía sentir cuando las cosas estaban bien. No era algo que pudiera dejar tan fácil, sin importar lo mucho que quería alejarme de todo.


Enero llegó y él se dio cuenta que tenía que tomar una decisión: tú o yo. Para mi sorpresa él me eligió. Por lo menos yo asumí eso, pero honestamente, ¿quién lo sabe con seguridad? De cualquier manera, no fue tu culpa.


Ahora él era mi novio y aunque debí haberme sentido contenta –después de todo gané- no lo estaba. Sólo conocía a algunos de sus familiares. Nunca conocí a sus amigos porque “no les iba a caer bien y extrañan a mi ex”. No salíamos mucho y nos quedamos en mi casa. No me importaba. Aun lo amaba. Sospechaba un poco de él, pero sentía que estaba enamorada, así que continúe con eso por otros tres meses.

 

Otros tres meses de una montaña rusa de emociones en los que en un momento me sentía completamente adorado y en otros, totalmente abandonada. Eventualmente mi cumpleaños llegó y después de darle muchas vueltas al asunto me avisó, con un mensaje de texto, que no iba a ir. Que había pensado las cosas y que no creía que debíamos de seguir juntos. Dijo que era porque pensaba que no me preocupaba lo suficiente por él, por nuestra relación. A pesar de todo mi esfuerzo. Él regresó contigo. Perdí a mi novio y no fue tu culpa. Pero aun así no lo dejé ir; él todavía me quería en el aspecto físico y me convencí de que eso era suficiente. Y eso tampoco fue tu culpa.


Meses después, después de encontrarme accidentalmente con tu Facebook, vi una foto de ti en un increíble vestido de novia, con él orgullosamente en tu brazo y me di cuenta que era tiempo de terminar las cosas. Aunque me dijo que no estaba casado –mucho menos comprometido- no puedo decir que no estaba totalmente en shock.


En ese punto debí haber corrido. Debí cerrar mi laptop y jamás volver a hablar con él. Trate de ponerme en tus zapatos; probablemente eres una gran persona, una esposa maravillosa y buena amiga. Tal vez eres una súper cocinera. Eres una gran decoradora; he visto lo que has hecho en tu casa.


Pero estos razonamientos no importaban porque ambas sabemos que por momentos soy una mujer débil y mi juicio es el peor cuando se trata de él. Y eso tampoco es tu culpa. Con frecuencia me pregunto si te enteraste sobre nosotros antes de casarte. Y si, incluso sabiendo sobre su traición, todavía elegiste estar con él. Ahora me pregunto si sabes que, a pesar de su promesa de amarte en lo buenas y en las malas, aquí está de nuevo. Ahora tu esposo te engaña conmigo y no es tu culpa.


Toda la culpa es mía. No puedo dejarlo. Lo siento.


(via: Thought Catalog)

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