La mamá que ganaba siempre en los videojuegos

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Todos compartimos una relación especial con nuestros padres a través de vínculos que nadie más podría entender. Esta es la historia de un gamer y su madre, una mamá que jugaba mejor que él pero que se sentía apenada de ser la mamá que juega mejor que el adolescente. 
 
 
 
Tener una familia con la cuál compartir tus gustos es bueno, un detalle agradable. No estoy casado con la idea de que a todos los integrantes de tu familia debe gustarles lo mismo, o a lo mejor estoy mal. Sencillamente, pienso que con que un gusto sea respetado todo está bien.
 
 
Mi familia se compone de mis padres y cuatro hermanos, siendo éstos últimos los que me metieron de lleno al mundo de los videojuegos, bueno, eso al menos fue allá por los tiempos de Mortal Kombat, Street Fighter y los emuladores de Super Nintendo en las maquinitas.
 
 
Con el paso del tiempo, crecieron y se fueron olvidando poco a poco de los gustos que compartían conmigo, quedando –de alguna manera- solo con los pocos amigos que tenían un gusto por los videojuegos. En un principio fue preocupante, debo admitirlo, sin embargo, en un esfuerzo porque “no jugara solo”, mi madre se acercaba para hacerme compañía. Hasta ahí.
 
 

Mamá ¿quieres jugar?

 

 
A pesar de que tenía varios juegos para escoger, no quería apartarla de la experiencia con algo que no entendiera, así que jugaba Track and Field, Mario Bros., Lunar Ball, los japoneses de Kunio Kun y Tetris, por su sencillez.
 
 
No le entendía, pero me divertía mucho. Fuente: Technōs Japan
 
 
En una reunión familiar en la que el aburrimiento fue tanto que decidimos conectar nuestro "Family" (¿¡bienvenidos a México!?) y poner nuestro mágico, ilegal y blanco cartucho de 999 en 1Se nos hizo divertido convencer a algunos de los adultos de la reunión a jugar, siendo un motivo oculto de mis primos y hermanos hacer mofa de ellos ante su inexperiencia en los videojuegos.
 
 
“Eso no se hace”, entre mi pensé y lo expresé, me tiraron de a loco y sorprendentemente las cosas salieron un poco diferente.
 

¿Qué es eso de "Tetris"?

 

 
Elegimos el primer Mario Bros. Los movimientos del control junto con el personaje “para que se moviera mejor” fueron inminentes, aunque después de un rato y con algunas cervezas de más, quisieron jugar algo más competitivo. Todos estaban bien piedras para utilizar los controles, así que pusimos Tetris, explicamos las reglas y nos sentamos a mirar lo que en aquel entonces nos pareció un espectáculo. Todos gritaban, reían, era una buena convivencia.
 
 
Extrañamente mi madre no quiso entrarle a las retas. Se quedo observando y no dijo más. Las visitas se fueron y yo me quedé pensando qué fue lo que pasó. No lo supe hasta tiempo después.
 
 
Pasaron unos días y ella seguía muda, observando cómo jugaba. Insistí en ofrecerle un control y jugar con ella y aceptó. Me sorprendió que cuando le explicaba las reglas otra vez, ya había elegido la canción, el nivel de desventaja del juego y la dificultad. La rolita de “Karinka” se hizo mi favorita a partir de ese instante, pues fue la música que marcó una relación más estrecha entre mi madre y yo.
 
 
Fue la música con la que me dio una arrastrada en el juego.
 
 
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Mi buen juego de Tetris se lo debo a sus humillaciones. Observó durante mucho tiempo y vio mis fallas.
 
 

"¿Qué van a pensar de mí?"

 

 
Resulta que la pena y los “qué dirán” fueron los responsables de que, en aquella reunión familiar, ella no se acercara a jugar. ¿Cómo sería visto que una persona, madre de cinco hijos jugara como si fuese un adolescente? La decisión de no quedar como una persona que vivía en un pasado que no tuvo fue lo que la orilló a no participar con nosotros.
 
 
Nunca se lo dije a alguien más, preferí hacerme el desentendido y continuar jugando con ella. Total, mis hermanos ya no lo hacían y no tenía nada de malo.
 
 

Contra ya era demasiado

 

Cuando llegamos a Contra, al principio no quiso jugar conmigo. Ya eran demasiadas cosas en la pantalla, incluso para mí. Mis hermanos tampoco lo pasaban con las tres míseras vidas que el juego proporcionaba, el Konami Code fue nuestro aliado.

 
Con ustedes... ¡Los molcajetes! Fuente: Konami.
 
Es gracioso el recuerdo que tengo de "Contra con mi mamá", especialmente porque le ponía nombres a las armas que no tenían nada que ver con el videojuego: la F de Frijolera. ¿Eh? ¿En serio? A mí me daba risa, creo que ese era el factor importante.
 
 
Donde no evité contenerme fue cuando en el nivel de las cascadas se le salió decir “¿Cómo vamos a subir? ¿Nos tenemos que ir en los molcajetes?” Valoro mucho ese tiempo, a lo mejor fue algo extraño la manera en que los videojuegos nos unieron, porque casi nunca hablaba con ella. Más que acompañarme a jugar creo que le daba miedo que me fuese por otro camino que no fuera el correcto. Quizá.
 
 

Campeona en Mario Bros.

 

 
¿Recuerdas el original Mario Bros.? El objetivo era sencillo: voltear a las tortugas, cangrejos y moscos/abejas para después patearlos. Ese juego en particular le gustó tanto que en tres años no dejó de jugarlo. No quiso probar otros títulos. Algo en este juego le divertía tanto que una vez que lo tomó, se aferró a él. Sin darse cuenta, con el paso de los años, rompió el juego y jamás lo notó.
 
 
Bueno, yo pienso que ella rompió con todas las reglas del juego. Cuando le cuestioné acerca de por qué pasó tanto tiempo pegada a ese juego sin aburrirse/hartarse, su explicación fue la siguiente: 
 
 
-Lo terminé en la manera normal, me tomó un tiempo, pero cuando me di cuenta que después del nivel 99 no había un 100, quise ver hasta cuántos puntos llegaba. El contador de los puntos tampoco marcaba el último dígito, el millón nunca se completaba, se atoraba en 999990.
 
 
-Quería probar algo diferente, me planteaba a mí misma terminarlo cada vez en menos tiempo. Si la primera vez hacía una hora con diez minutos, siempre podía hacerlo en menos, aunque fuesen minutos.
 
 
-Los enemigos… el juego podía terminarlo matando a todos los enemigos por el lado izquierdo, después por el derecho, dejando que se volvieran locos (lo que ocurre cuando los volteas pero no les pegas, lo que aumenta su velocidad).
 
 
Son pocas las explicaciones que comparto; eran tantas que no le creía. Nunca la he visto en una sesión completa de juego. Solamente veo que lo inicia, me aburro de ver una misma mecánica por mucho tiempo –exagero que sean diez minutos- y cuando regreso, el juego ya está en su etapa final, lo que significa que va a apagar la consola y volver a iniciar.
 
 
Ése es su récord, de la versión Super Mario Advance 3: Yoshi's Island. Imagen: Nintendo, a través de Fernando Gayosso.
 

Avienta los controles

 
Hasta cierto punto se me hizo normal verla jugar, y lo admito, poco a poco yo fui metiéndola más a este gusto que comparto con muchas personas. A pesar de que llevamos muchos años con esta extraña relación gamer, de vez en cuando me dice te ha de dar pena si tus amigos saben que me gustan los videojuegos”.
 
 
No. Mis amigos saben. Son sus gustos, es como cualquier otra actividad, nada le impide hacerlo (y si alguien te discrimina por tus gustos, cual sea que sean, no deberían). 
 
 
 
Su propio pensamiento me ha costado algunos controles. Regularmente cuando venían a visitarme y ella estaba jugando, al escuchar las voces de mis amigos aventaba los controles para dar a entender que yo era el que jugaba, a veces se aventaba sus regaños al aire para aumentar la credibilidad.
 
 

Mamá ¿por qué te gusta jugar videojuegos? 

 

 
Platicando en tono serio con ella, sin hostigarla, le he preguntado  por qué juega. Ella dice que es porque a lo mejor no tuvo infancia como tal.
 
De vez en cuando lo menciona y cada que lo hace, no puedo evitar el paso amargo de saliva cuando me cuenta lo duro que fueron sus años de niña. “Quiero creer que vivo esa infancia a través de la de ustedes, con ustedes”. He llorado por eso, no me apeno, al contrario, me hace valorar más lo que tengo y los momentos que pasó con ella.
 
 
Temerosa de las computadoras y de los celulares, pero con una habilidad para picar botones en casi todas las consolas que han salido, no se decide por una en particular.
 
 
La veo y reflexiono acerca de algunas personas que se aferran a que debe haber una consola definitiva, que se han olvidado completamente del principio de los videojuegos. A ella no le importa si tienen una resolución nativa o escalada, si corren a 30 cuadros por segundo, le vale madres eso, ella lo que quiere es una experiencia que le divierta.
 
 
Parte de su aventura con Rayman Legends. No me permitió publicar las horas de los dos meses anteriores. Fuente: Fernando Gayosso.
 
Es curioso que nunca me dijera que los videojuegos destruirían mi vida o mis promesas acerca de terminar con la educación que se me daba (a varios de mis amigos los iban a sacar de las maquinitas por vagos, creyendo que vivirían ahí y no estudiarían jamás).
 
A pesar de que casi tiene 60 años, sabe quiénes son las compañías que hacen girar a la industria, que entienda términos como Ranked o "Farmear" ¡Me da risa! Y no porque sea gracioso, sino porque poco a poco se prestó por mis actividades, porque como madre me apoyó de manera incondicional en todo lo que he hecho, aun cuando otras personas creían que el periodismo de videojuegos era "un juego".
 
 

Mamá, que no te de pena jugar videojuegos

 

 
Hemos acabado más de 50 juegos juntos, por su cuenta podría decir que unos 40, desde el NES hasta el Wii U, paso a pasito, con dificultades, atorándose por horas en partes que se pueden pasar en cuestión de minutos, pero no quiere que la ayude. Dice que eso le ayuda a disfrutarlos, que le gusta saber que alguien se esforzó para crear algo, contar una historia.
 
 
¿Definirla como una gamer? No, ella juega porque le divierte, no se clava como esta muchos de esta generación. ¿Es especial por ser madre y jugar videojuegos? Sí es especial, por ser madre, pero no por jugar videojuegos. Deberíamos eliminar esa etiqueta que nos está separando de otras personas. Nos gusta jugar y nos divierte, eso es lo que debería importar.
 
 
Se declara fan de Ubisoft por Child of Light y por Valiant Hearts. Me acompañó con Guacamelee y le fascinó la manera en que personas de otro país reflejan nuestra cultura. Se sentó a sufrir con la historia de The Last of Us, aun cuando ni siquiera tocó los controles. Mi Nintendo 3DS ya ni es mío porque encontró una adicción llamada Luxor que no quiere soltar. Por todo eso y más, quise dedicarle un artículo a mi señora madre, porque sé que lo leerá y será divertido el regaño “por evidenciarla”. 
 
Por cierto, tiene un dinero ahorrado y me preguntó “¿Qué consola me recomendarías?” No supe qué responderle, la veo muy entrada con Animal Crossing que no sé si mejor venderle mi 3DS y yo actualizarme con un New.
 
 
¿Tienes alguna experiencia similar? ¡Te invitamos a compartirla!
 

 

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