Rompiste mi corazón: carta a la persona que pensé que jamás me traicionaría, a mi mejor amiga

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No pensé que lo harías, jamás pensé que tú serías capaz, fuiste tan valiente para quebrarme, tú la misma que antes me ayudó a sanar; fuiste tan fuerte para llevarte la esperanza que tú cosechaste en mí, la esperanza de que existía la amistad, la lealtad, la fidelidad y, sobre todo, la hermandad. Hasta que lo destruiste todo. Hasta que me traicionaste.

Eras mi mejor amiga, mi otra mitad, eras como una hermana, pero la verdad es que las hermanas no se traicionan. Te dejé entrar a mi vida, a cada momento de mi pasado y mi presente, pero, sobre todo, de mi futuro, ahora quiero que salgas, que salgas de mí porque me lastimaste, me quebraste el corazón, me derrotaste, lo hiciste, y lo peor es que lo hiciste con toda la intención.

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No hay traición tan gran como la de una “mejor amiga”; dejé de creer en la amistad y también dejé de romantizarla porque creía que tú y yo seríamos inseparables, que celebraríamos nuestros logros y nos abrazaríamos en los fracasos. Pero me di cuenta de que las personas no son eternas y las amistades terminan, de que cada una es un ciclo y, como todos, también tiene su fin.

No lo mereces, y la verdad es que yo tampoco, porque me duele, me duele estar con una persona que entierra la espada en la espalda en cada oportunidad que le aparece.

Rompiste mi corazón más que cualquier decepción amorosa, te burlaste de mí porque sabías mi punto débil y fue ahí, fue justo ahí donde me diste.

Mi yo de antes habría dejado pasar el dolor, las traiciones, las burlas, la crueldad, habría dejado pasar todo porque creía que de eso se trataba la amistad: de perdonar lo imperdonable. Pero no. Mi yo de ahora entiende que precisamente esto no es una amistad. Porque una de verdad no provoca ansiedad, lágrimas y mucho menos tristeza. Mi yo de ahora entiende que, aunque no existe la amistad perfecta, al menos no da donde más te duele, en el punto débil.

No te preocupes, yo te perdono porque no pretendo guardar dolor en mi corazón; te perdono porque yo no soy como tú.

No me queda más que desearte lo mejor y que alcances cada uno de tus sueños pero, sobre todo, deseo que conozcas el significado de la amistad y lealtad. Porque lo necesitas, porque te hace falta.

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También te doy las gracias porque no todo fue malo, porque no todo fue dolor, no lo niego. Gracias por el apoyo en su momento, por las enseñanzas y el impulso.

Rompiste mi corazón, es verdad, y yo pensé que jamás me traicionarías… hasta que lo hiciste. Y aunque ya no eres mi mejor amiga, no hay más que pueda desearte que tranquilidad.

Gracias por enseñarme qué tipo de personas ya no quiero más en mi vida. Personas como tú.

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