Descargué Bumble y sí, me pidieron una foto de mis pies

Descargué Bumble y sí, me pidieron una foto de mis pies
College Humor
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Sí, esto pasa. Descargas Bumble y casi inmediatamente, alguien te pide una foto de tus pies.

 

Suena al clásico fetiche que tienen los que usan apps de citas, pero es real. De hecho, se llama podafilia y aquí puedes leer más sobre ella.

 

¿Cómo es que me pasó esto? Ni yo sé, todo se descontroló muy rápido.

 

 

Descargué Bumble, una app de citas, porque parecía menos intensa que Tinder y justamente, quería evitar que todo fuera sexo o, al menos peticiones extrañas, como una imagen de mis pies. No fue así.

 

¿Que qué hacía yo probando suerte en una app del ‘amor’? Pues miren, yo quería divertirme, o más bien distraerme un poco después de terminar una relación (ya sé, es un lugar común).

 

La verdad es que los primeros días, todo fue risas y cotorreo. Por supuesto que le conté a todas mis amigas, o sea, a todas las editoras de ActitudFem, y la hora de la comida se volvió la hora de escoger hombres para Elo.

 

 

Todas estábamos emocionadísimas hasta que nos dimos cuenta de que yo soy pésima conversando con extraños por mensaje. Pero como somos un gran equipo, todas me ayudaban con las respuestas a los ‘ligues’.

 

Así que yo todo el tiempo les preguntaba ‘¿qué le contesto?’, y ellas me decían la respuesta ganadora para que no me dejaran en visto.

 

Platiqué (o platicamos, porque todas veíamos las conversaciones) con unos cuantos y entonces hice conexión con un joven que aparecía con su perrito en la foto.

 

Yo seriamente creo que eso de poner una foto con tu perrito es un truco que usan los hombres que piden fotos de pies para parecer simpáticos y normales, para que todas caigamos y los saludemos con un “Hola, ¿cómo se llama tu perrito?”.

 

 

Era perrita y se llamaba Cata, una pug gordita y preciosa. A cambio de fotos de ella, él me pidió una de mis pies.

 

El tono de la conversación se elevó muy rápido, pero debí sospechar que algo iba a salir mal desde que me dijo que le gustaban mis manos en una foto.

 

La verdad es que sí quería salir con alguien y, lo voy a aceptar, sí pensaba en tener sexo, así que acepté seguirle la conversación ‘pícara’.

 

Detalles más, detalles menos, después de contarnos cuál era nuestro tipo de porno favorito, vino la petición: “¿Tus pies son tan perfectos como tus manos? Seguro que sí. Mándame una foto”. (Por cierto, ¿ya vieron a Madona lamiéndole un pie a Maluma?)

 

 

Para cuando me pidió la foto, yo ya no estaba en compañía de mis amigas, así que no sabía qué hacer y solo pensé estupideces como “yolo, alv” y… lo hice.

 

Lo peor de todo es que al tipo no le parecieron lo suficientemente bellos y pues, ahí terminó todo el cotorreo. Ni salí con alguien, ni cogí y lo peor de todo, no conocí a la perrita Cata.

 

Pero no me arrepiento. Gracias al rechazo de mis pies y a otro más en Bumble, me di cuenta de que no estaba lista para enfrentarme a las citas, mucho menos a través de una aplicación.

 

En realidad, traigo el corazón bien roto y el proceso de sanación toma tiempo, amor propio y está lejos de una aplicación para conocer personas. Quizá después lo vuelva a intentar, porque también es válido buscar el amor en una app de citas, pero mientras tanto, mejor sigo yendo a terapia.

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