De Workaholic a mompreneur
Un día desperté deseando cambiar mis cómodos jeans por un vestido de florecitas (¿rosas?) y caí en cuenta que el exceso de hormonas del embarazo me estaba sacando lo que tanto me había empeñado de forma inconsciente en nulificar. Esa parte que pareciera que está predeterminada de forma natural en todas nosotras pero que en el largo camino por el triunfo laboral una va matizando hasta el mínimo, hasta dejarlo casi un lado para poder ser… ¿respetada? o ¿tomada en serio? en la vida corporativa trasnacional.
Total que en ese viaje repleto de oxitocina, en donde todo me parecía maravilloso y nada ni nadie podía quitarme mi “cara de tonta” llena de felicidad, por primera vez me cayó el veinte que dejé de ser adicta al trabajo y me convertí en adicta a esa felicidad. ¿Y cómo podía extender ese estado encerrada en una oficina en medio de la carretera de Toluca donde sólo podía comer en un enorme centro comercial rodeada de godinez?
Mi hija me vino a develar el camino del emprendimiento y convertirse en la mentora más importante, la más exigente y la más innovadora.
Llevo tres años observando cómo mi vida profesional se ha diversificado como emprendedora al mismo tiempo que mi nueva carrera de mamá se va profesionalizando. Confieso que hay momentos en que me es muy difícil cambiar mi chip entre una y otra y además me impuse el reto de volver a las aulas como mentora de universitarios lo que agregó un ingrediente extra a este mix.
Obvio sin olvidar que otro de mis negocios importantes es mi matrimonio que requiere también de inversiones, negociaciones, balance de cuentas, juntas de estatus y coworking intenso.
Es común que ahora las mompreneurs seamos una nueva categoría de madres objeto de estudio y curiosidad. Nos preguntan la fórmula mágica para el éxito y el balance como si se tratara de una receta de cocina con medidas exactas e ingredientes del súper.
Desde mi experiencia creo que lo mejor que me ha pasado es haber cambiado mi definición de éxito, lo que ha ampliado mi perspectiva y mi campo de acción y también me ha ayudado a relajar áreas que me resultaban muy estresantes, y extremadamente aburridas para ser sincera, como tomarme demasiado en serio la vida de adulta en donde el triunfo es tener y no ser.
He cambiado mis sesiones de peloteo de ideas por sesiones de juego con mi hija y creo que la renovación ha sido inmediata; estar y disfrutar este instante que es irrepetible.
Debo reconocer que no me he preocupado mucho por investigar, leer mil blogs del tema, pedir otras opiniones o sobre exigirme para ser una madre modelo porque así como en los negocios yo inventé mi propio modelo.
Simplemente me ocupo de tener el tiempo suficiente para disfrutar con ella la mejor versión de mí, porque como dicen mis nuevas amigas del clan hembra: nuestros hijos merecen no a la mejor madre si no a la mejor persona.
Por eso en la agenda la primera en la lista soy yo, mi terapia individual cada mañana de hora y media que me deja todavía 3 maravillosas horas para atender citas, tener una junta virtual con el equipo, hacer trabajos de creatividad, administrar finanzas y/o organizar mis clases. Obvio, para mi la tecnología es mi fuente energética y mi partner insustituible. ¿Qué sería de mí sin mi teléfono inteligente, la nube, mi agenda en Trello, mis apps bancarias y de taxis, el 4g y el Wetransfer?
Pero cuando ese preciado tiempo no me alcanza, tengo que pasar la estafeta a mi mano derecha en este equipo familiar (esposo querido) o a mi sacrosanta madre o a mi alivianada tía, para seguir chambeando en el taxi camino a una junta con la valiosísima ventaja de que la computadora o tableta va conectada a mi celular para poder arreglar una presentación, un diseño o mandar archivos pesados.
Hasta las salas de espera del pediatra y de las clases de teatro o incluso las fiestas infantiles de mi hija son lugares apropiados para hacer negocios o terminar un trabajo.
Disfrutar de una vida independiente si te dota de un sentido de organización brutal, pero también de una capacidad para ser flexible y acomodar en la medida de lo posible, las situaciones a tu favor o de aprender a improvisar para aprovechar cada momento libre cuando tus prioridades están marcadas con base a tu felicidad.
“Nunca sacrifiques estas tres cosas: tu familia, tu corazón o tu dignidad”
Por @acidthaichic @ArqueEspacio