Etiqueta para salir a cenar

Etiqueta para restaurantes
Etiqueta para restaurantes
Recibe lo mejor de nuestro contenido en tu correo SUSCRÍBETE

Al hacer click en Suscribirme quedarás registrad@ a nuestro boletín el cual podrás cancelar en cualquier momento.

Mikel López Iturriaga, periodista gastronómico y autor del blog “El Comidista”, señala que las malas experiencias que se pueden vivir en un restaurante son, en buena medida, responsabilidad de los mismos comensales.

 

Esto ocurre por no seguir unas mínimas normas básicas que nos ahorrarían frustraciones a nosotros, y a nuestros compañeros de banquete. López Iturriaga enuncia nueve:


1. Comerte lo que te sirvan

 

Si algún plato tiene una falta grave, debemos tragarnos la vergüenza y devolverlo a la cocina explicándole educadamente al mesero nuestras razones. En el fondo, le estamos haciendo un favor al restaurante, que así podrá corregir el error, mejorar y a la larga ganar más dinero.

 

Desde luego que la reclamación ha de estar acorde con el establecimiento: no se puede exigir igual en una fonda que en un restaurante gastronómico de 5 estrellas Michelin. Pero es precisamente en los sitios finos donde nos reprimimos más a la hora de quejarnos quizá por el miedo a pasar por ignorantes, cuando debería ser justo lo contrario.


2. Pedir la carne muy cocida

 

El cocinero neoyorquino Anthony Bourdain lo cuenta en sus “Confesiones de un chef”: Los restaurantes destinan los peores trozos de carne a los clientes que la piden muy hecha. Es mucho más fácil de disimular una mala pieza si se sirve muy hecha, mientras que en las carnes al punto o sangrantes el engaño es más complicado.

 

3. Ignorar las temporadas

 

Todos lo hemos hecho alguna vez, pero no existe vía más directa al fracaso que elegir un plato con ingredientes (sobre todo verduras y frutas) que no estén en temporada. ¿Ensalada de tomate en invierno? ¿Alcachofas con jamón en verano? Serán de bote y habrán fallecido víctimas del ácido cítrico.

 

Si desconocemos el calendario, lo mejor es preguntar si el ingrediente principal del plato es fresco y local, o guiarse por un principio básico que casi siempre se cumple en las verduras: hojas, otoño-invierno; frutos, primavera-verano.

 

vegetales.jpg


4. Ser quisquillosos con los ingredientes

 

Cuando nos ponemos melindrosos con los ingredientes de los platillos -”¿puede ser sin aguacate, sin cebolla y sin comino, que no me gustan?”- no sólo estamos irritando a los demás comensales al alargar las peticiones con nuestras dudas.

 

Si el cocinero accede a quitarlos, es más que posible que destruyamos el equilibrio que él buscaba al preparar la receta. Cuando no nos gusta algo de lo que lleva un plato, mejor pedir otra cosa. Y si no nos gustan muchas cosas, quedémonos en casa y dejemos de sufrir. Muchas veces es responsabilidad de nuestros padres no habernos enseñado a comer como Dios manda.

 

5. Ir a fumar o al baño cuando no toca

 

Las saliditas a fumar o al baño deben hacerse siempre en momentos en los que no interrumpan el ritmo de la comanda o del servicio. Si vas antes de empezar a comer, hazlo después de haber pedido para que no se retrase el proceso por tu culpa. Durante la comida es de pésima educación salirse a echar un cigarro y obligar al resto de la mesa a esperar tu regreso para el segundo plato o el postre. No es una cuestión de intolerancia, sino de respeto al prójimo.


6. Confundir al mesero con un amigo (o con un enemigo)

 

Gracias a sus indicaciones, consejos y amabilidad, los buenos meseros logran que la experiencia de comer fuera sea mucho más placentera. Lamentablemente, son una especie profesional en peligro de extinción, puesto que muchos restauranteros piensan que no se necesita ningún tipo de talento o calificación para desempeñar dicha tarea.

En este contexto, conviene mantener una relación cordial con los que te están sirviendo -mostrarse maleducado acaba jugando en tu contra-, pero sin ceder a la presión de sus recomendaciones -pueden ir encaminadas a endilgarte cosas que deben salir de la cocina o a clavarte en la cuenta. Ten en cuenta lo que digan... pero pide lo que te apetezca.

 

mesero_sin_cabeza.jpg

 

7. Pedir pescado un lunes

 

En los tiempos en los que la mayoría de la gente compraba en los mercados, esto no hacía falta ni explicarlo. Pero con la implantación de los supermercados y su obsesión por darlo todo todos los días, se nos ha olvidado que los lunes no hay pescado fresco en ningún lugar del mundo. Consecuencia: si ese día de la semana comes algo en un restaurante que haya salido del mar, será congelado o de hace días.

 

pareja_ordenando_restaurant.jpg


8. Usar el celular o cualquier otro dispositivo electrónico

 

Estar con el celular adelante y atrás durante una comida no sólo es de mala educación, sino también una soberana vulgaridad. Cuando comemos estamos disfrutando de un placer y comunicándonos con nuestros compañeros de mesa, así que las llamadas, los mensajitos, los whatsapp y los tweets interrumpen ambas cosas. Al 99,9% de tus comunicaciones no les pasa absolutamente nada por esperar hora y media, así que silencia tu iPhone y deja de molestar.

 

9. No mirar la cuenta

 

Algunas personas consideran una ordinariez comprobar que la cuenta está bien; otras pasan por simple descuido. Todas ellas se arriesgan a pagar platillos o bebidas que no han consumido. Los restaurantes no tratan de hacer trampa o verte la cara, pero un mesero demasiado ajetreado puede cometer errores en el recuento. No se trata de ponerte a sumar como si fueras un contador público o un descendiente de Mr. Scrooge: basta con asegurarte rápidamente de que la lista es correcta.

 

cita_comida_romantica.jpg

Compartir en Facebook compartir en twitter, se abrirá en otra ventana Compartir en Pinterest Agregar a favoritos Enviar por correo electrónico