‘La boda de mi mejor amigo’ o cuando eres la villana en tu propia historia de amor

Reseña: La boda de mi mejor amigo y el nuevo final feliz
TriStar Pictures
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La idea de enamorarte de tu mejor amigo es uno de los clichés más viejos de la historia. Y tiene sentido, es una persona que quieres y te quiere de verdad, que te conoce bien, con tus virtudes y defectos, que quiere lo mejor para ti.

Se dice que para que un matrimonio funcione, tu pareja debería ser tu mejor amigo, así que ¿por qué no empezar por ahí? En cientos de películas y series, si un hombre y una mujer son amigos y heterosexuales ya sabemos que terminarán juntos.

Sin embargo, en 1997, una película cambió la ya conocida historia y sorprendió a la audiencia cuando decidió que los mejores amigos debían ser solo eso, y que si uno amaba al otro, no significaba nada en términos de romance.

Así es como La boda de mi mejor amigo revolucionó el género de la comedia romántica durante su era dorada en los años 90. La protagonista es Julianne (interpretada por la reina noventera Julia Roberts), una crítica de comida que tiene un pacto con su mejor amigo: si a los 28 años (KHÁ!) aún no tienen pareja, se casarán el uno con el otro.

Entonces, cuando ella está cercana a los 28, Michael (Dermot Mulroney) la llama porque necesita hablar con ella urgentemente… pero no es para el pacto, se va a casar y se va a casar en cuatro días (típico de comedia romántica).

Ahí es cuando ella decide que lo ama, que hasta ahora ha sido una tonta y que tiene cuatro días para detener la boda, robarse al novio y ser feliz para siempre con su mejor amigo. Es ahí cuando George (Rupert Everett), su mejor amigo gay, le dice que le hable a Michael con la verdad y la cuestiona: ¿esto es por amor o solo son celos?

Durante nueve años de amistad, que empezaron con un romance universitario de un mes, Michael estuvo a los pies de Julianne, y ahora ella tiene que competir con la joven y perfecta Kimmy (Cameron Díaz), quien está dispuesta a todo por su gran amor.

Las estrategias de Julianne van desde humillar a Kimmy en un karaoke, hasta hackear el correo del padre de ella para hacer dudar a Michael de toda la familia. Sus accione son genuinamente villanescas, y como espectadores, es un poco difícil no cuestionarla.

De hecho, cuando una audiencia de prueba vio la cinta por primera vez, odiaron tanto al personaje de Roberts que tuvieron que regresar a grabar nuevas escenas para que ella resultara un poco más agradable. Esto en parte se logra con George, el amigo que dice algunos d elos mejores diálogos de la cinta, cuestiona la villanía de Julianne y tiene la que es quizás la escena más memorable: cantando I say a little prayer for you.

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Es interesante que en ese momento, 1997, el personaje de Julia Roberts (quien ya era una superestrella gracias a Mujer Bonita), fuera tan odiada por la audiencia. Viéndola en 2020, la cinta parece obviar el villanismo de Michael, quien le pide a Kimmy que sacrifique su vida y su carrera por él.

Con 20 años, está dispuesta a dejar la universidad y a su familia, con tal de acompañar a Michael en su trabajo, todo esto después de conocerlo un mes. Y como la película hace un esfuerzo por humanizarla y convertirla en un personaje cálido, que tiene mucho más que ofrecer que una simple rivalidad con Julianne, resulta doloroso verla tomar estas decisiones y que a la película le parezcan bien.

Es interesante que La boda de mi mejor amigo haya resultado tan transgresora y a la vez, tan tradicional. Al personaje de Julianne se le otorga toda la transgresión y a Kimmy, toda la tradición. Estos estereotipos de los 'dos' tipos de mujer y la que es apta para el matirmonio y la que no, no tienen sentido hoy en día.

Sin embargo, la película del director australiano PJ Hogan se mantiene como uno de los mayores clásicos del género, precisamente porque logra capturar su espíritu y al mismo tiempo, darle la vuelta.

Las expectativas de la audiencia son: la protagonista es la heroína y al final conseguirá el amor. Pero, tal y como en la vida real, a veces somos las villanas de nuestra historia de amor, pero podemos aceptar la derrota y ayudar al ser amado en su propia historia de amor, tal y como hacen los mejores amigos.

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