Mi mamá fue TAN increíble conmigo que sé que yo nunca podría tener hijos

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Ser madre, convertirse en madre es uno de los momentos que en el pasado se daba por sentado y que —por suerte— poco a poco se ha replanteado. Ser mamá, hoy en día, requiere de una gran convicción y vocación.

 

Sin embargo, también hay que tomar en cuenta algo muy importante: convertirse en madre no 'beatifica' a ninguna persona. Y esto implica que no todas las mamás son 'buenas', simplemente son personas tan imperfectas como tú y como yo.

 

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Y esto es importante recordarlo, porque lejos de ser un homenaje para ellas o una forma de demostrar nuestro cariño, la presión de tener que ser perfectas es más bien una carga y una causa de angustia que muchas mamás cargan a cuestas.

 

Al mismo tiempo, mi mamá me hizo darme cuenta de que si un día me convertía en mamá, daría todo lo que estuviera en mis manos para ser tan increíble como ella fue.

 

 

Supo escucharme

 

Mi mamá no fue una madre perfecta (ninguna lo es), pero su acierto más grande fue que siempre me escuchó, incluso cuando parecía que yo no tenía nada que decir.

 

Para la niña que fui, tener a mi mamá dialogando conmigo, conversando y oyendo lo que decía fue uno de los regalos más grandes que pude tener.

 

Nunca me pidió que hiciera cosas sin antes hacerme entender por qué debía hacerlo, y esto creó una complicidad que mantenemos al día de hoy. Pensar en los niños como personas que razonan y que pueden entender, es algo que no deberíamos olvidar.

 

 

Pasar tiempo a mi lado

 

Mi mamá me dio todo el tiempo que tuvo disponible: los ratos libres, las horas para jugar, el tiempo de leer. Todo un lujo en una época en la que la vida en la ciudad nos deja poco tiempo para cualquier cosa.

 

Ella buscó hacerse un espacio entre las miles de cosas que tenía por hacer, para estar conmigo un rato: leyéndome a la hora de dormir aunque la que se estaba quedando dormida ella, jugando a las muñecas o a "la casita".

 

Renunció a cosas que ella quería hacer para lograr que yo me convirtiera en la persona que deseaba que fuera. Sé que fue ese tiempo que ella me regaló lo que hizo mi infancia una de las épocas más bonitas de mi vida.

 

¿Podría estar a su altura?

 

Sé que si un día me convirtiera en mamá buscaría la forma por ser una mamá a la altura de la mía, no podría darles menos a mis hijos.

 

Pero al mismo tiempo ésa es justa la razón por la que he decidido con mayor convicción no convertirme en mamá.

 

Sé que el mejor homenaje que le puedo hacer a ella es ser la persona grande que desea que sea y no renunciar a lo que ella renunció por mí.

 

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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